, y la mocion en que estaban las companias milicianas,
no descuidandose D. Nicolas Herrera en atizar el fuego, contando en
todas partes con los colores mas vivos, que su malicioso intento pudo
sugerirle, la conjuracion de los europeos.
Sebastian Pagador habia sido muchos anos sirviente en las minas de ambos
Rodriguez, y en aquella actualidad concurria a ellas por las tardes con
D. Jacinto, donde este se ponia ebrio, mal de que adolecia comunmente.
Entre otras producciones de la borrachera, salio con el disparate que el
corregidor le queria ahorcar, juntamente con sus hermanos, a D. Manuel
Herrera y otros vecinos. El calor de la chicha, que tenia alterado a
Pagador, le hizo facilitar el asesinato que despues egecutaron,
tratandolo con D. Nicolas de Herrera, sugeto muchas veces procesado por
ladron publico y salteador de caminos. A este no sola le constaba que
muchos de los europeos estaban acaudalados, sino que el y algunos de sus
inicuos companeros vieron depositar muchas barras y zurrones de plata
sellada en cara de D. Jose Endeiza, a quien se le consideraba mas de
50,000 pesos efectivos. Como este sugeto era tan amable, concurrian a su
mesa muchos de sus amigos, tambien acaudalados, y acordaron que en tanto
se les proporcionaba trasladarse a Potosi, se juntasen todos con sus
caudales a vivir en la casa donde se hallaba hospedado. La presa de tan
crecido caudal fue el principal origen de este desgraciado suceso. D.
Nicolas Herrera, que deseaba mas que todos llegase el caso de egecutar
el saqueo, publicaba en todas partes el razonamiento de Pagador, y
continuando sus diligencias, entro en casa de D. Casimiro Delgado, que a
la sazon estaba jugando con D. Manuel Amezaga, cura de Challacollo, y
con Fray Antonio Lazo, del Orden de San Agustin. Alborotaronse todos con
la novedad, y resolvieron ir a avisar a los milicianos la desgracia que
los amenazaba: determinacion, a la verdad, impropia de aquellos sugetos,
y que tiene muchos visos de sediciosa; porque sin reflexionar en
consecuencias pasaron al cuartel, llamaron al capitan D. Bartolome
Menacho y a otros, y les dieron noticia de lo que sabian, haciendoles la
prevencion de que se guardasen. Con esto, y la voz de traicion de parte
de los europeos que Herrera habia esparcido por toda la villa, acudian
en crecidas tropas al cuartel, las madres, mugeres y hermanas de los que
estaban acuartelados: unas llevaban armas para que se defendiesen, y
otras con las mas tiernas voces, p
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