opeos, sin mas delito que ser sus
esclavos. Siguieron saquando consecutivamente 20 casas, y segun una
prudente regulacion, ascendjeron los robos hasta dos millones de pesos,
habiendo perecido no solo los europeos que contenia la villa, sino
tambien los de todas las inmediaciones, cuyas cabezas traian los indios,
para presentarlas al nuevo Justicia Mayor, quien las hacia enterrar
clandestinamente.
Vacilaba ya la confianza de D. Jacinto Rodriguez, y empezaba a temer a
los mismos que habia llamado: junto a los indios, y despues de
prevenirles se mantuviesen solo un dia en la villa, ofrecio les daria de
las cajas reales un peso a cada uno, cuyo hecho se egecuto al siguiente
dia 15, sin mas autoridad que su antojo: y convenido con los oficiales
reales, abrieron las puertas del tesoro del Rey, y extrageron cuatro
zurrones, y mandandolos juntar de nuevo, se les cumplio lo prometido, y
se les hizo entender por medio del cura, que no habia necesidad se
mantuviesen dentro de la poblacion, y que recibido cada uno el peso, se
retirasen a sus estancias. "Hijos mios, les decia, yo como cura y
vicario vuestro, y en nombre de todo este vecindario, os doy las debidas
gracias por la fidelidad con que habeis venido a defendernos, matando a
estos chapetones picaros, que nos querian quitar la vida a traicion a
todos los criollos: una y mil veces os agradecemos, y os suplicamos os
retireis a vuestras casas, pues ya como lo habeis visto, quedan muertos,
y por si hubieseis incurrido en alguna excomunion o censura, haced todos
un acto de contricion, para recibir la absolucion." Y luego siguio con
el _misereatur vestri_; hecho que se hara dudoso a cuantos no estuvieron
presentes, pero asi es, y asi sucedio. Instaban despues los indios, para
que se les declarase por el Justicia Mayor las reglas que debian
observar en adelante: preguntaban si las tierras de los espanoles serian
todas pertenecientes al comun de los indios: se les respondia que si.
Anadian que en adelante no pagarian tributos, diezmos, ni primicias; a
todo condescendian el cura, los prelados y los vocales del Cabildo,
llenos de temor, viendose en medio de 15,000 indios, todos armados de
palos, piedras y hondas.
Se emplearon en aquella distribucion 25,000 pesos, que se extrageron del
erario, previniendo D. Jacinto a los indios que el restante se reservaba
en cajas, para cuando se verificase la venida de su Rey, Jose Gabriel
Tupac-Amaru, a quien se le aguardaba por instantes. Cuand
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