tes. Tenian dispuestos alojamientos, prontos
los viveres y bagajes necesarios: se excedia en el cuidado de los
enfermos; salian al encuentro a larga distancia los indios gobernadores,
acompanados de sus segundas y curacas, con danzas y musicas a su uso,
para acreditar el gusto y complacencia con que le recibian: de modo que
parecia no habia tenido aquel pais alteracion alguna. Estas
circunstancias le proporcionaron la satisfaccion de llegar a la Plata el
dia 19 del propio mes, donde entro por medio de las aclamaciones de un
numeroso pueblo, acompanado de aquel Comandante, y de toda la
oficialidad de milicias y de muchas personas de la primera distincion,
que habian salido a recibir aquel corto numero de hombres, cubiertos de
laureles, y de una gloria inmortal, que no podia borrarla el transcurso
del tiempo, ni obscurecerla las negras sombras de la envidia.
Los continuados repetidos avisos que recibia en el camino D. Cristoval
Lopez, del agigantado cuerpo que tomaba la sedicion en las provincias de
la Sierra, le hicieron apresurar las marchas cuanto pudo: y hallandose
ya en las inmediaciones de Salta con la tropa de su mando, tuvo orden
del Coronel D. Andres Mestre, Gobernador del Tucuman, para que con toda
la aceleracion posible se acercase, en atencion a que 300 hombres de las
milicias de aquel gobierno, destinados a servir en el Peru, habian
perdido la obediencia a su comandante y oficiales, que maneatados los
hacian retroceder en busca del regalo de sus casas. Y tambien porque
sabia que los indios Tobas, coligados con los de las inmediaciones de la
ciudad de Jujuy, intentaban invadirla y saquearla. Se adelanto este
comandante con sola su compania de granaderos, haciendo la
extraordinaria diligencia de caminar en dos dias, 50 leguas y aunque
llego en tiempo oportuno para contener a los atrevidos milicianos,
algunas consideraciones prudentes detuvieron las providencias, y
aquellos hombres feroces, dejando las armas, volvieron dispersos a sus
idolatrados domicilios. Sin embargo se logro desvanecer el proyecto de
los sediciosos, y escarmentar a los Tobas, de que se siguio la entrega
de las cabezas principales del motin, que sufrieron el ultimo suplicio
en la plaza publica de aquella ciudad, de cuyas resultas se consiguio
algun sosiego, y que calmaron en parte los justos temores que ocasionaba
un acontecimiento de esta naturaleza, temiendo con razon, que si tomaba
cuerpo y trascendencia el alzamiento a toda la provincia,
|