e provincias que habian abrazado el infame partido
del rebelde, determino pasar en persona a Arequipa, para acalorar las
instancias, a fin de que se le auxiliase como lo habia pedido.
Las ordenes superiores de los gefes de aquel vireinato, cuya atencion
llamaban las operaciones y aprestos que se prevenian en el Cuzco,
frustraron la solicitud de Orellana, y D. Baltazar Semanat, corregidor
de Arequipa, se nego enteramente a sus instancias y pretensiones. Estas
dificultades y embarazos encendieron el corazon de Orellana, y resuelto
a seguir la propia suerte que tuviesen los moradores de la villa de
Pune, volvio a ella lleno de constancia, decidido a defenderla hasta el
ultimo termino. Llego el 1. deg. de Enero de 1781, siendo el primer
corregidor que se restituyo a su provincia, despues de haberla
desamparado, y sin perdida de tiempo, hecho cargo que las demas estaban
acefalas, advirtio algunas providencias que le parecieron oportunas para
la defensa y conservacion de sus subditos, y de si mismo. Se aplico
desde luego a disciplinar sus milicias, adiestrandolas en el manejo de
las armas de fuego, pensando por entonces unicamente en sostenerse,
hasta que pudiese verificar su reunion con el Comandante de la Paz, que
debia salir a la cabeza de un cuerpo de tropas, para penetrar en
aquellas provincias, y sosegarlas.
Consulto a este Comandante el sueldo diario que debia dar a sus
soldados, pero la respuesta no fue decisiva, porque se remitia a la que
el aguardaba sobre los puntos que tenia consultados anticipadamente; y
en tanto se trataba del metodo que debia seguir, tuvo noticias ciertas
de que el rebelde venia ya marchando por la provincia de Lampa. La
estrechez del tiempo, y necesidad de obrar en que le puso esta novedad,
le hizo concebir que ya le era indispensable juntar y reunir el mayor
numero de tropas que fuese posible, para esperarle y defender aquella
villa, en caso de que intentase atacarla: y poniendo en practica este
designio con la mayor prontitud, echo mano de las cantidades producidas
por reales tributos, y senalo un moderado sueldo a sus oficiales y
soldados. Despacho nuevo extraordinario al Comandante de la Paz,
pidiendole algun socorro de gente, armas y pertrechos de guerra, con que
poder sostener con seguridad su resolucion, pero solo consiguio le
respondiese, que en atencion a que todavia no habian llegado a sus manos
las instrucciones que aguardaba, no podia salir de aquella ciudad, ni
proporcionarle o
|