de podian y
debian conducirse: cuyos pasos guardaban con tanta vigilancia, que las
tropas del Rey llegaron a esperimentar las mayores necesidades, y
estuvieron espuestas en algunas ocasiones a ser victimas del frio y de
la hambre. Pero sufrieron entonces con laudable constancia todos estos
trabajos, animados por el ejemplo del Comandante General, y demas
oficiales que se desvelaban en mantenerlas vigilantes, para rechazar a
los insurgentes, que muchas veces intentaron sorprender los campamentos,
aprovechandose de la hora de amanecer: en cuyas ocasiones consiguieron
siempre gloriosas ventajas, y rechazaron los ataques con conocido
escarmiento de los contrarios, que dejaron en todos cubiertos de
cadaveres los campos inmediatos.
Estas repetidas victorias nada mejoraban las necesidades y situacion del
ejercito: crecian los obstaculos, y las escaseses aumentaban; de tal
suerte, que considerandose ya D. Jose del Valle en una situacion critica
y delicada, determino variar de ruta para encaminarse a Tinta, donde
tenia el rebelde el cuartel general y repuestos de guerra: y bajando
para este logro una canada situada entre elevadas montanas, hallo un
benigno temperamento, y tanta abundancia de alimentos, que su tropa
consiguio reponerse en pocos dias de sus pasados quebrantos, y continuar
comodamente las marchas: bien que con muchos dificultades que superar,
asi por los estrechos pasos, como por las grandes y profundas
cortaduras que los enemigos no supieron defender, ni menos aprovecharse
de estas ni otras infinitas ventajas que le proporcionaban aquellos
asperos terrenos, que en muchos parajes la naturaleza ha hecho
inaccesibles. Sin embargo hicieron obstinada resistencia en algunos
parajes y apostaderos menos fuertes, persiguiendo diariamente, por
derecha e izquierda del camino, las marchas de nuestro ejercito,
particularmente en los desfiladeros, sin descuidarse en aprovechar la
obscuridad de la noche, para rodear los campamentos y fatigarlos,
obligando a la tropa a estar continuadamente sobre las armas, sufriendo
el fuego de su fusileria y de canon, que con facilidad trasportaban y
apostaban a todas partes, por ser de pequeno peso y de poco calibre.
Tolerando siempre los insultos de los rebeldes, y las repetidas amenazas
de sorprender al ejercito, llego a las inmediaciones del pueblo de
Quiquijana, despues de haber sufrido en todo el camino algun fuego de su
artilleria y fusileria. Aquellos vecinos habian sido los mas tena
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