mo, que mandaba el ejercito de
los rebeldes un indio llamado Andres Guara, como general de Catari,
quien para persuadir a sus subditos que su fuga no dimanaba de la
presencia de las tropas espanolas, les hizo creer levantaba el campo por
hallarse muy enfermo, con el fin de irse a curar a su patria.
De este modo se libertaron los constantes vecinos defensores de la villa
de Puno, que por tanto tiempo habian sufrido un obstinado sitio,
rechazando los ataques de los rebeldes de ambos partidos; esto es, de
los que hostilizaban por la parte de Chucuito, que obedecian a Julian
Apasa, apellidado Tupac-Catari, bajo el titulo de virey de Tupac-Amaru;
y por la otra de los esfuerzos de los indios de las provincias de
Azangaro, Lampa y Carabaya, que bajo las ordenes de diferentes
caudillos, y aun de las de Diego Cristoval Tupac-Amaru, procuraron con
la mal obstinada constancia rendir aquella villa y sacrificar a su furor
las vidas de todos sus habitantes, a cuyo empeno les estimulaba la
consideracion, de que quitada esta barrera, quedaban enteramente a su
disposicion todos aquellos dilatados dominios, y que en ellos no estaba
ya por el Rey otra ciudad que la de la Paz, que consideraban tambien en
sus manos, siempre que pudiesen reunir las fuerzas y dedicarse a su
espugnacion con empeno, como lo habian ya principiado: graduando aquella
empresa, la unica que les faltaba para afianzar su tirano dominio en
todas las provincias de la Sierra, como se vera mas adelante, porque
ahora se hace preciso retroceder algunos pasos para tomar desde su
origen el sitio de Puno, y los motivos que obligaron a su corregidor, D.
Antonio de Orellana, a formar el proyecto de resistir a los rebeldes en
aquel pequeno recinto: resolucion que justamente merece se traslade a la
posteridad, a fin que la constancia, fidelidad y espiritu de este
vasallo, y de los demas que le acompanaron, sirvan de estimulo para
imitar una accion que es tanto mas admirable, cuanto en el no concurrian
ni el menor conocimiento, ni los principios del arte de la guerra.
Divulgado el atroz atentado cometido por Jose Gabriel Tupac-Amaru con su
corregidor, D. Antonio Arriaga, que las provincias de Cailloma y
Chumbilvicas desde luego le habian prestado la obediencia, y que
intentaba apoderarse de las otras, el de la de Lampa, D. Vicente Ore,
deseoso de ahogar en sus principios el violento incendio de rebelion que
comenzaba a experimentarse, como mas cercano a la de Tinta, libro los
co
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