cesivos clamores de
los mercaderes y comerciantes, contra los nuevos impuestos repetidos
muchas veces a los compradores, desde sus almacenes y mostradores, sin
otro motivo que el de ver disminuida su excesiva ganancia, habian
penetrado no solo los corazones de los indios, sino los animos de todos:
que se prestaban gratos los oidos a las voces de libertad e
independencia, y que su propio corregidor, D. Antonio de Arriaga, estaba
excomulgado por el Obispo del Cuzco, cuya providencia espedida
imprudentemente por aquel prelado, en ocasion tan peligrosa, habia
atraido contra el los animos de sus provincianos, creyo no podia
presentarsele coyuntura mas favorable para establecer su dominio: y
persuadido por todos accidentes que reconocia, hallaria un apoyo
general para realizar su temerario intento, lo puso en egecucion. No se
alejaba mucho de lo cierto, y hubiera visto seguramente verificados sus
designios si, como empezo, hubiese seguido el metodo de admitir bajo sus
banderas a cuantos se les presentaban, providencia eficaz, pero que
inutilizaron la feroz condicion de sus comandantes, y la barbarie de
unas tropas que no supieron obedecer las muchas y repetidas ordenes que
tenia dadas, para que se egecutase de este modo, y para que no se
ofendiese ni perjudicase a los espanoles criollos, mestizos, cholos y
zambos, en sus personas ni bienes.
Bien penetradas por el Visitador General, D. Jose Antonio de Areche, y
el Mariscal de Campo, D. Jose del Valle, las calamitosas funestas
consecuencias que podian esperarse de la critica situacion en que se
hallaba el reino, no malograron instante, y eligiendo por cuartel
general la ciudad del Cuzco, dedicaron toda su atencion a buscar los
medios para contener con prontitud los progresos y autoridad del
rebelde, que cada dia se aumentaban extraordinariamente. Se abrieron las
arcas reales para el acopio de viveres, municiones y artilleria; se
ofrecieron premios; se asignaron sueldos y gratificaciones, y se
depusieron las ideas economicas que se habian adoptado, y procurado
establecer hasta entonces, conociendo no era ya ocasion de pensar en
ellas, y si solo en destruir los proyectos del tirano, que daban mas
cuidados de los que se tuvieron al principio de la conjuracion: y
avivadas las disposiciones, con la actividad que requeria el peligro, se
hallo en muy poco tiempo reunido un ejercito considerable, capaz de
competir y superar al de los insurgentes.
_Fuerza del ejercito destinado
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