ncipal, y se dirigio a la plaza mayor, sin que hasta
entonces le hubiesen sentido sus vecinos ni los rebeldes que estaban
entregados al sueno con la mayor confianza, asi por el desprecio que
hicieron del corto numero de tropas que los amenazaba, como por la
distancia en que se hallaban el dia antecedente.
Su primer cuidado fue asegurarse del caudillo principal Luis Laso de la
Vega, que prendio por si mismo en la casa que habitaba, llamandole por
su nombre, a que contesto agriamente, porque se le incomodaba: pero
reproduciendole desde afuera que se hallaba en gran peligro, porque
estaban ya muy cerca las armas del Rey, se levanto, y medio vestido
salio en persona a la puerta con un trabuco en la mano. Pero ganandole
la accion, quedo inmovil al ver una visita que no esperaba, faltandole
el movimiento, aun para dar impulso al gatillo, regulares efectos que
ocasiona en los traidores la magnitud de su delito; a presencia del
Juez, de quien aguardan el castigo. Siguieronse sin intermision las
prisiones de su secretario, Fermin Aguirre, sugeto espanol y no de comun
nacimiento, quien por la ambiciosa fantasia de haberle nombrado Virey de
aquella provincia, abrazo el partido sedicioso; y la de otros que se
hallaban condecorados con varios titulos, para dividirse el marido de
las cuatro que se habian propuesto dominar: y como una exhalacion mando
recorriesen sus tropas todas las inmediaciones de la villa, a dos leguas
de distancia, que lograron asegurar a los demas complices del tumulto.
De modo que, por la tarde se hallaban en las carceles 100 reos de los
principales y que mas se habian distinguido en aquella conspiracion. Se
tomaron despues por el comandante todas las precauciones y providencias
convenientes para asegurarse de una sorpesa, y las que se requerian para
resistir a los rebeldes, si intentaban invadir la villa, como se
afirmaba, para libertar a sus caudillos. Coloco dobles guardias
avanzadas, eligio la iglesia para hacer la ultima resistencia, dispuso
rondas, nombro patrullas, encargo la exactitud del servicio, y
aumentaron su vigilancia y cuidado a proporcion que aumentaba el
peligro. Llamo las milicias del pueblo de Suipacha, que estaban por el
Rey, y las de Tarija, reforzandose con las pocas reliquias de fidelidad
que habian quedado, y antes que pudieran recobrarse los desleales del
terror infundido por las armas del Soberano, la resolucion de aquella
operacion, la inopinada prision de sus caudillos, y del conjun
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