a memoria.
Dos dias solamente empleo Reseguin en el camino, sin embargo de distar
18 leguas, y estar acometido de una fuerte terciana, de cuyo accidente
adolecia mas de la tercera parte de los soldados, y casi todos los
oficiales: lo que tampoco fue obstaculo para que dejase de substanciar
inmediatamente las causas a mas de 80 reos que se hallaban en aquellas
carceles, aprendidos en las salidas que habian hecho aquellas leales
milicias, entre los cuales se hallaban algunas cabezas principales en la
conjuracion de la provincia de Lipes, complices en la muerte de su
corregidor, D. Francisco Revilla, a quienes examinados y justificados
sus delitos, se condenaron once a pena capital, y a presidio los
restantes. Entre los primeros ocurrio un suceoo que tiene mucho de
milagroso. Uno de ellos, reo de dos muertes, y que en el tumultuoso
desorden de la doctrina de Tatasi habia tomado y maltratado a su cura
dentro de la iglesia, con fuertes golpes, y por varias veces le habia
puesto el cuchillo a la garganta para degollarle, amanecio muerto el dia
que se habia de verificar en su persona el ultimo suplicio, de lo que
inmediatamente se dio parte al Comandante, quien la tarde antes le habia
tomado la declaracion, sin notarle indisposicion alguna: y creyendo que
aquel accidente le nacia de algun efecto de desesperacion o de descuido,
mando se le reconociese; lo que egecutado, le hallaron el brazo y mano
con que habia cometido el sacrilegio, enteramente descarnado el hueso,
como si fuese de un esqueleto de muchos anos, y la manga de la chupa
llena de gusanos: de todo lo que enterado Reseguin, dispuso se colgase
en la horca, y que el cura explicase al numeroso concurso que estaba
presente, el origen y las causas de aquel portento.
Concluidos los asuntos criminales, cuido Reseguin de significar a los
leales moradores de Cotagaita, haria presente al Soberano su acrisolada
fidelidad, y les exhorto a la continuacion de sus buenos propositos,
dandoles las gracias en nombre del Rey por sus distinguidos servicios: a
que correspondieron aquellos vecinos, juntamente con los de Tupiza y
demas espanoles que habia librado en toda la provincia, con las mas
expresivas demostraciones de respetuoso agradecimiento, aclamandole su
libertador, y ofreciendo dirigir al Altisimo los mas solemnes votos por
la felicidad de quien les habia restituido en la antigua pacifica
posesion de sus casas y haciendas. Pero temiendo aun aquellos animos,
que todavia no
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