saliesen a su
encuentro tres destacamentos, compuestos de tropa veterana y de
milicias, que por distintos caminos llegasen a un tiempo al paraje donde
se hallaba acampado Pedro de la Cruz Condori, le atacasen de acuerdo, y
procurasen su captura. Llegaron en efecto a su vista, como se les habia
prevenido, y reconociendo el corto numero de hombres que se les
presentaba, los miro con gran desprecio; y adelantandose con pocos de
los suyos, para poder hablar con el comandante D. Jose Vila, teniente de
dragones de la expedicion, le propuso con la mas audaz confianza que se
volviese, o se le incorporase, porque de lo contrario, seria victima del
furor de su gente; pues era conocida temeridad intentar otra cosa a
vista de las fuerzas que tenia presentes. Lejos de intimidarse este
oficial, cuyo bizarro espiritu acredito despues repetidas veces en toda
el tiempo de la rebelion, le reprodujo que se entregase, y no diese
lugar a que se derramase la sangre de aquellos infelices que traia
enganados. Cuyas espresiones, oidas por uno de los indios que le
acompanaban, dispuso la honda en accion de despedir la piedra contra el;
lo que advertido por Alonso Mesias, cabo de su propio cuerpo, arranco
una pistola, y con la bala atraveso el pecho del agresor, antes que
acabase de poner en practica su comenzado intento. Este no esperado
accidente atemorizo a los demas que acompanaban a Condori, y aturdidos
emprendieron una fuga precipitada, para incorporarse con los mas
distantes, entre quienes llevaron el desorden: e introduciendose entre
todos la confusion, que regularmente causa la diversidad de pareceres,
no pensaron mas que en la fuga, dejando en manos de los nuestros a su
venerado general, que llevandole bien asegurado, siguieron a la Gran
Chocalla en busca de los tres hermanos, que tuvieron igual suerte, y al
sexto dia de su salida, regresaron a Tupiza con todos estos reos, llenos
de satisfaccion gloriosa, y con no poco contento de algunos espanoles,
porque veian recuperada mucha parte de las riquezas que les habia
usurpado. Tambien fue arrestado al propio tiempo el teniente de cura de
aquel pueblo, el Licenciado D. Jose Vasquez de Velazco, a causa de
habersele justificado acompano a Condori en las aclamaciones que se
hicieron de Tupac-Amaru, en las plazas publicas de su doctrina, habiendo
hecho despues la demostracion de bendecir las tropas de aquel rebelde,
implorando el favor del Altisimo por la felicidad de sus armas, y
convidandose a
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