ticias, que amenazaban por instantes el
insulto ofrecido por los indios circunvecinos. En este conflicto se
dudaba el medio que debia elegirse: no habia armas, ni pertrechos;
hacianse cabildos publicos y secretos; nada se resolvia por falta de
dinero en la caja de propios, o por decirlo con mas propiedad, por no
haber tal caja, porque hacia muchos anos se habia apoderado de su fondo
D. Jacinto Rodriguez. Tampoco podia acudirse a las cajas reales, porque
lo resistian sus oficiales, alegando no serles facultativo extraer
cantidad alguna, sin orden espresa de la superioridad; y por ultimo
recurso, se penso en que los vecinos contribuyesen con algun donativo,
que tampoco tuvo efecto, por la suma pobreza en que se hallaban. En
estos apuros se manifesto el celo del tesorero D. Salvador Parrilla,
dando de contado 2.000 pesos de sus propios intereses, para que se
acuartelasen las milicias, y se previniesen municiones de guerra, entre
tanto se daba parte a la Audiencia, para que deliberase lo que tuviese
por conveniente. Con esta cantidad se dio principio a los preparativos;
pusieronse a sueldo 300 hombres: se nombraron capitanes y demas
oficiales, para hacer el servicio: D. Manuel Serrano, formo una compania
de la mas infame chusma del pueblo, y nombro por su teniente a D.
Nicolas de Herrera, de genio caviloso, que despues fue uno de los que
mas sobresalieron en esta tragica escena.
Acuartelada asi la tropa, se suscitaron muchas disenciones por la poca
subordinacion de los soldados, la ninguna legalidad en los oficiales
para la suministracion del prest senalado, y otros motivos, que se
originaban, mas por la disposicion de los animos, que por, las
fundadas quejas.
El dia 9, a las diez de la noche, salieron del cuartel algunos soldados
de la compania de Serrano, pidiendo a gritos socorro a los demas; y
preguntada la causa, respondio en voz alta Sebastian Pagador:--"Amigos,
paisanos y companeros, estad ciertos que se intenta la mas aleve
traicion contra nosotros por los chapetones: esta noticia acaba de
comunicarseme por mi hija; en ninguna ocasion podemos mejor dar
evidentes pruebas de nuestro amor a la patria, sino en esta: no
estimemos en nada nuestras vidas, sacrifiquemoslas gustosos en defensa
de la libertad, convirtiendo toda la humildad y rendimiento, que hemos
tenido con los espanoles europeos, en ira y furor, y acabemos de una vez
con esta maldita raza." Se esparcio inmediatamente por todo el pueblo
este razonamiento
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