e se sublevarian y serian victima
de su enojo, por ser ladrones: y que para evitar tan funesto suceso,
habian de nombrar precisamente de Alcaldes a D. Juan de Dios y a D.
Jacinto Rodriguez.
El Corregidor, cuidadoso con estas publicas amenazas, e insolentes
pretensiones: obraba vigilante en la averiguacion y pesquiza de los
autores, pero por mas exactas diligencias, asi judiciales como
extrajudiciales que practico, nunca pudo saber la verdad para castigar a
los delincuentes, a fin de mantener a todos con la quietud y buena
armonia, a que siempre propendio desde el ingreso a su corregimiento.
Llegado el dia de la eleccion, para el ano de 1781, propuso a los
vocales nombrasen a sugetos benemeritos y honrados, de buenas costumbres
y amantes de la justicia, para que asi pudiesen desempenar con acierto
los cargos, con la madurez y juicio que previenen las leyes, y requerian
las criticas circunstancias, en que se hallaba el reino. Para este
efecto les propuso a D. Jose Miguel Llano y Valdez, patricio, a D.
Joaquin Rubis de Celis, y D. Manuel de Mugrusa, europeos, con la mira de
que saliese la vara de la casa de los Rodriguez, que pretendia hacerla
hereditaria, y que ni ellos ni ninguno de sus parciales y domesticos,
fuese elegido, pues hacian 18 anos que estos sugetos estaban
posesionados de aquellos empleos, sin permitir jamas que fuesen
nombrados otros, por la desmedida ambicion de gobernar que los dominaba:
y tambien para evitar las injusticias, estorsiones y violencias, que con
titulo de jueces egecutaban con toda clase de gentes, validos del
depotismo sin limite que habian adquirido, con el cual protegian todo
genero de vicios, de que adolecian sus dependientes y criados.
Trascendida por los Rodriguez esta idea, previnieron algunas
alteraciones y diferencias para el dia de la eleccion: no obstante
prevalecieron los votos a favor de la justicia, y salieron electos los
propuestos por el Corregidor, que aborrecian cruelmente los Rodriguez,
por la desemejanza de costumbres y nacimiento: y no podiendo ocultar la
ponzona que encerraban sus corazones, al ver se les habia quitado el
mando, que tantos anos tenian como usurpado, se quitaron la mascara,
para dejarse ver a todas luces sentidos contra el. D. Jacinto estuvo
para morirse con lo vomitos que le ocasiono la colera del desaire, y D.
Juan salio de la villa para su ingenio a toda prisa, dejando prevenido
en su casa, que ninguno de sus clientes saliese a las corridas de t
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