el vulgo, a quien se atribuyo
esta insolencia, se despecho tanto en algunas partes, que hicieron
victima de su furor a algunos inocentes: como en Arequipa, donde
perdiendo el respecto a la justicia, saquearon la casa del corregidor D.
Baltazar Semanat, le precisaron a ocultarse para salvar su vida,
atropellaron las casas destinadas a la recaudacion de estos derechos
reales, persiguieron a los administradores, y estuvo la ciudad a pique
de perderse: trascendiendo hasta los muchachos el espiritu sedicioso,
con juegos tan parecidos a las veras, que habiendo nombrado entre ellos
a uno, con el titulo de aduanero, se enfurecieron despues tanto contra
el, que a pedradas acabo su vida, costandole no menos precio el fingido
empleo con que le habian condecorado.
Como suelen las enfermedades de la naturaleza, originadas de pequenos
principios, llegar al ultimo termino, asi en las dolencias politicas
sucede muchas veces, que nacidas de leves causas, suben a tan alto
punto, que es costoso su remedio. Esperimentose esta verdad en Macha;
pues logrando en aquel enganado pueblo, Tomas Catari, todos aquellos
rendimientos que son gages de la autoridad, y olvidado del no esperado
beneficio de su libertad, dio agigantado vuelto a sus ideas, por la
desconcertada fantasia de los indios, graduando la soltura de su
caudillo por efecto del temor que habia infundido con sus insolencias; y
persuadidos por el nuevo metodo que se seguia con ellos, no era la
piedad la que obraba, para atraerlos suavemente a sus deberes, se
creyeron autorizados para egecutar las mas sangrientas crueldades,
siendo como consecuencia, se vean estas sinrazones donde no se conoce ni
domina la razon.
La Real Audiencia de Charcas, al paso que sentia la conmocion de tantas
poblaciones, deseaba con ansia el remedio, pero no acertaba con el
oportuno, porque sus miembros, poco acostumbrados a este genero de
acontecimientos, se mantenian timidos e irresolutos, sin atreverse a
tomar providencia, que cortase en sus principios el peligroso cancer que
amenazaba al reino, haciendo algun castigo que escarmentase a los
sediciosos, y arrancase en su nacimiento la raiz de rebelion, que
comenzaba a sembrarse: unico remedio, cuando ya de nada servia la
luchazon de sus personas, que con servil acatamiento se habia venerado
hasta entonces. Y desenganados de que eran inutiles en estos casos las
formulas del derecho y preeminencias de la toga, descendieron con tanto
exceso a contemporizar
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