de los hombres;[5] y debe perpetuarlos la historia para
entregar estos nombres a la execracion de los siglos.
[Nota 5: Areche, que miraba la egecucion de Tupac-Amaru desde una
ventana del Colegio de los ex-Jesuitas del Cuzco, cuando vio que los
caballos no podian despedazar el cuerpo de este desgraciado, mando que
le cortasen la cabeza: y a la muger de Tupac-Amaru la acabaron de matar
"dandole patadas en el estomago." _iHorrcaco referens!_]
Pocos ejemplos ofrecen los anales de las naciones de una carniceria tan
espantosa. No solo se atormento, y sacrifico a Tupac-Amaru, su muger, su
hijo, sus hermanos, tios, cunados, y confidentes, sino que se proscribio
en masa a todo su parentezco, por mas remotos que fuesen los grados de
consanguineidad que los unian. Solo se perdono la vida a un nino de once
anos, hijo de Tupac-Amaru, que despues de haber presenciado el suplicio
de sus padres y deudos, fue remitido a Espana, donde fallecio poco
despues. Asi es que debe tenerse por apocrifo el titulo de _Quinto nieto
del ultimo Emperador del Peru,_ que asumio _Juan Bautista Tupamaru_,
para conseguir del Gobierno de Buenos Aires una pension vitalicia.[6]
[Nota 6: El titulo del folleto que este impostor publico en Buenos
Aires, es: _El dilatado cautiverio bajo el gobierno espanol de Juan
Bautista Tupamaru, quinto nieto del ultimo Emperador del Peru._
_Buenos-Aires, 2 de Setiembre de_ 1837.
PEDRO DE ANGELIS]
El unico resultado util de este gran sacudimiento fue la nueva
organizacion que la Corte de Espana dio a la administracion de sus
provincias de ultramar, y la abolicion de los repartimientos. De este
modo quedo legitimado el principio que invoco Tupac-Amaru para mejorar
la suerte de los indios, que hallaron despues en sus Delegados,
administradores mas responsables, y por consiguiente mas integros que
los Corregidores.
RELACION HISTORICA &
* * * * *
Aunque las crueles y sangrientas turbaciones, que han excitado y
promovido los indios en la provincias de esta America Meridional, han
sido la causa total de tantas lamentables desdichas, como se han seguido
a sus habitantes, es no obstante preciso confesar que el verdadero y
formal origen de ellas no es otro que la general corrupcion de
costumbres, y la suma confianza o descuido con que hasta ahora se ha
vivido en este continente. Asi parece se deduce de los propios hechos, y
lo persuaden todas sus circunstancias.
De algunos anos
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