reciado de sus amigos,
con alguna fama de calavera, pero tambien con opinion de joven listo y
de buen fondo.
La fisonomia del tercero no era tan agradable ni predisponia tanto su
favor como la de los anteriores. Sin embargo, tenia fama de buen chico;
y en cuanto a opiniones politicas, no podia echarsele en cara la
tibieza, porque era frenetico republicano. Algunos mal intencionados
decian que en el fondo era realista, y que solo por calculo hacia alarde
de aquel radicalismo intransigente. Pero aun no tenemos motivo para
aceptar esta aseveracion, que es quiza una calumnia. Llamabanle el
Doctrino, porque habia estudiado primeras letras en el colegio de San
Ildefonso. No podia negarse que habia en su caracter cierta astucia
disimulada, y en sus modales alguna afectacion bastante notoria. Era
hijo natural de un vidriero, que le reconocio al morir, dejandole
pequena fortuna; pero los albaceas testamentarios, a quienes el difunto
dio amplios poderes, hicieron un inventario, del cual resultaba que el
vidriero no habia dejado en el mundo cosa alguna de valor. El Doctrino
les pedia dinero, y ellos le solian decir: "Tome usted para un
semestre." Y le daban una onza.
Pero sus amigos le ayudaban a vivir, le mantenian y le compraban algun
leviton de pana. Era notorio (y aun llego a tratarse seriamente del
asunto) que poco antes de la epoca en que esta historia comienza, el
Doctrino gastaba mas dinero que de costumbre; y cuando sus amigos le
preguntaban el origen de aquel caudal, respondia evasivamente y mudaba
de conversacion.
Estos tres jovenes eran inseparables, sin que alteraran la paz las
desventuras pasajeras del uno, ni las ganancias fortuitas del otro. La
onza semestral del Doctrino perecia en _Lorencini_ o en la _Fontana_ en
dos dias de cafe, chocolate y jerez; pero despues Javier escribia un
articulo tremendo sobre la soberania nacional para comprarle unas botas
al poeta clasico, y el mismo Doctrino sacaba de un misterioso bolsillo
un doblon de a cinco para atender a las necesidades amorosas de Javier,
que tenia pendiente cierta cuestion con la hija de un coronel de
caballeria, hombre atroz y fiero como un cosaco.
Estos tres jovenes vagaron juntos por las calles, acercandose a los
grupos, preguntando a todos, contando noticias fraguadas por la fecunda
imaginacion del poeta, hasta que, llegada la noche, se dirigieron al
parador del _Agujero_, sito en la calle de Fucar, a esperar a unos
amigos de Javier, que llegaban
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