n los ninos--. ?Estas aqui? No he visto tu coche abajo.
--He salido a pie, papa.
--Es un milagro. Si quieres, puedes llevarte el mio.
--No; tengo deseos de caminar. Estoy estos dias muy pesada.
El duque de Requena habia prescindido de todos los presentes y hablaba a
su hija con toda la afabilidad de que era susceptible. La veia pocas
veces. Clementina era su hija natural, habida alla en Valencia, cuando
joven, de una mujer de la infima clase social, como el lo era al
parecer. Luego se habia casado en Madrid, ya en camino de ser rico, con
una joven de la clase media, de la cual no tuvo familia. Esta senora,
extremadamente delicada de salud desde su matrimonio, habia cedido o,
por mejor decir, habia ella misma propuesto que la hija de su marido
viniese a habitar la misma casa. Clementina se educo, pues, aqui y fue
amada de la esposa de su padre como una verdadera hija. Ella la quiso y
la respeto tambien como a una madre. Despues que se caso solia visitarla
a menudo; pero como su padre estaba siempre muy ocupado, no entraba en
sus habitaciones, y desde las de su madre (asi la llamaba) se iba a la
calle. Solo en los dias de banquete o recepcion, o cuando casualmente le
tropezaba en las casas o en la calle departia un rato con el.
Despues de preguntarle por su marido y por sus hijos, el duque se puso a
hablar, sin sentarse, con Calderon y Pepa Frias. Un hombre rudo y
campechanote en la apariencia: sonreia pocas veces: cuando lo hacia era
de modo tan leve que aun podia dudarse de ello. Acostumbraba a llamar
las cosas por su nombre y a dirigirse a las personas sin formulas de
cortesia, diciendoles en la cara cosas que pudieran pasar por groserias:
no lo eran porque sabia darles un tinte entre rudo y afectuoso que les
quitaba el aguijon. No era muy locuaz. Generalmente se mantenia
silencioso mordiendo su cigarro y examinando al interlocutor con sus
ojos oblicuos, impenetrables. Mostraba al hablar una inocencia falsa y
socarrona que no le hacia antipatico. Detras se veia siempre al antiguo
granuja del mercadal de Valencia, diestro, burlon, receloso y
marrullero.
Pepa Frias le hablo de negocios. La viuda era incansable en esta
conversacion. Queria enterarse de todo, temiendo ser enganada avida
siempre de ganancias y temblando con terror comico ante la perspectiva
de la baja de sus fondos. Se hacia repetir hasta la saciedad los
pormenores. "?Soltaria las acciones del Banco y compraria _Cubas_? ?Que
pensaba hacer el Gob
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