con las leyes hechas por los hombres y
aplicadas por los hombres.
Los pueblos sintieron la necesidad de poner remedio a esta demencia
general. Era preciso suprimir las guerras, resolver las cuestiones entre
los paises por medio de tribunales, como se resuelven las diferencias
entre los individuos. Y cada Estado designo varios representantes, que
se reunieron en esta ciudad, formando un organismo llamado Sociedad de
las Naciones.
Mientras los oradores se limitaron a pronunciar elocuentes arengas en
nombre de los mas sublimes principios todo marcho bien; pero cuando la
asamblea tuvo que hacer algo practico, su trabajo resulto infructuoso y
tan temible como el de los gobernantes guiados por la ambicion.
Los congresistas, al rehacer el mapa, dieron mas terrenos a unos paises
y se lo quitaron a otros, fundandose en antecedentes historicos,
geograficos y etnicos. Fue un trabajo de gabinete semejante a los que
hacemos en la Universidad, e inspirado por la mejor buena fe. Pero los
pueblos fuertes y rapaces se reian de sus consejos cuando los
consideraban perjudiciales para su egoismo, y en cambio los exhibian
como obras maestras siempre que eran favorables a sus intereses. Por su
parte, los pueblos adolescentes, ganosos de crecimiento, cuando tenian
un vecino debil olvidaban a la Sociedad de las Naciones, apelando al
eterno recurso de las armas.
Este periodo sirvio para demostrar que los hombres ya habian dado de si
todo lo que podia esperarse de ellos. El mundo estaba condenado a una
guerra eterna. El egoismo, la acometividad y la astucia se habian
convertido en virtudes politicas, y los pueblos eran tanto mas ilustres
y gloriosos cuanto mas cinicamente las ponian en practica.
No quiero insistir en las miserias de aquel periodo. La humanidad estaba
en una especie de callejon sin salida. Se realizaban grandes progresos
materiales; pero el alma humana, merced a la ensenanza dada por los
hombres, continuaba siendo un alma primitiva, un alma brutal, semejante
a la de las fieras, y tal vez peor, ya que las fieras no conocen la
hipocresia ni saben llorar sobre el cuerpo de sus victimas.
Afortunadamente habia en nuestro mundo algo mas que hombres. Las
guerras, con sus grandes matanzas y sus dolores colectivos, venian
indignando a las mujeres.
No necesita usted de grandes esfuerzos mentales para formarse una idea
aproximada de lo que eramos las mujeres en este pais antes de que
ocurriese la Verdadera Revolucion. Por lo
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