oradora de nuestras riquezas y de
nuestro trabajo.
Estudiabamos ansiosamente su flota para que nuestra flota resultase
superior. Si ellos construian un navio grande, con numerosos canones,
nosotros al momento empezabamos en nuestros astilleros otros navios mas
enormes, hasta llegar a proporciones inverosimiles, que parecian un reto
al buen sentido y a todas las leyes fisicas.
Baste decir, gentleman, que hemos tenido buques de guerra mas grandes
que la barca que le trajo a usted; navios con cien piezas de artilleria
iguales al revolver que le sacamos del bolsillo, o tal vez mucho mas
grandes, y llevando tres mil o cuatro mil hombres de tripulacion.... En
fin, verdaderas islas flotantes.
Y lo peor fue que estas construcciones gigantescas y los gastos enormes
que exigian, todo resulto inutil. El continuo invento de medios
destructivos dio vida a nuevas embarcaciones no mas grandes que algunos
peces de nuestros mares, pero que, a semejanza de estos, podian
deslizarse por la profundidad submarina, atacando de lejos a los
monstruos flotantes hechos de acero. A pesar de su humilde aspecto,
muchas veces, en nuestros combates navales, echaron a pique a los navios
gigantescos, que representaban el valor de una ciudad.
Toda guerra resultaba mas mortifera y costosa que la anterior. Las
madres, al dar a luz a sus hijos, sabian que no fabricaban hombres, sino
soldados.
No pretendo hacerle creer, gentleman, que la guerra era algo nuevo en
nuestra historia y solo la habiamos conocido despues que Eulame trajo
sus inventos del pais de los gigantes. Habiamos tenido guerras desde las
epocas mas remotas, como creo que las tuvieron todos los grupos humanos.
Pero eran guerras con pequenos ejercitos, que no alteraban la vida del
pais; guerras sostenidas por tropas de combatientes voluntarios y
profesionales; una especie de lujo sangriento, de elegancia mortifera,
que se permitian nuestros viejos emperadores de tarde en tarde. Pero
despues de la demencia ambiciosa de Eulame y del perfeccionamiento de
los medios de destruccion, las guerras fueron de pueblo a pueblo, y toda
la juventud de un pais, abandonando campos y talleres, corria a matar la
juventud vigorosa del otro pais que habia hecho lo mismo.
Cada guerra significaba un largo alto en el desenvolvimiento humano, y
luego un retroceso. En la capital de cada pais habia un arco de triunfo
para que desfilasen bajo su boveda unas veces el ejercito que volvia
victorioso y otras los
|