rra es la barbarie nada mas.
Discutieron el asunto; el gascon, como mas ilustrado, aducia mejores
argumentos, pero Bautista y Martin replicaban:
--Si, todo eso es verdad, pero tambien es hermosa la guerra.
Y los dos vascos especificaron lo que ellos consideraban como
hermosura. Ambos guardaban en el fondo de su alma un sueno candido y
heroico, infantil y brutal. Se veian los dos por los montes de Navarra y
de Guipuzcoa al frente de una partida, viviendo siempre en acecho, en
una continua elasticidad de la voluntad, atacando, huyendo,
escondiendose entre las matas, haciendo marchas forzadas, incendiando el
caserio enemigo...
iY que alegrias! iQue triunfos! Entrar en las aldeas a caballo, la boina
sobre los ojos, el sable al cinto, mientras las campanas tocan en la
iglesia. Ver, al huir de una fuerza mayor, como aparece, entre el verde
de las heredades, el campanario de la aldea donde se tiene el asilo;
defender una trinchera heroicamente y plantar la bandera entre las balas
que silban; conservar la serenidad mientras las granadas caen,
estallando a pocos pasos, y caracolear en el caballo delante de la
partida, marchando todos al compas del tambor...
iQue emociones debian de ser aquellas! Y Bautista y Martin sonaban con
el placer de atacar y de huir, de bailar en las fiestas de los pueblos y
de robar en los Ayuntamientos, de acechar y de escapar por los senderos
humedos y dormir en una borda sobre una cama de hierba seca...
--iBarbarie! iBarbarie!--replicaba a todo esto el gascon.
--iQue barbarie!--exclamo Martin--. ?Se ha de estar siempre hecho un
esclavo, sembrando patatas o cuidando cerdos? Prefiero la guerra.
--?Y por que prefieres la guerra? Para robar.
--No hables, Capistun, que eres comerciante.
--?Y que?
--Que tu y yo robamos con el libro de cuentas. Entre robar en el camino,
o robar con el libro de cuentas, prefiero a los que roban en el camino.
--Si el comercio fuera un robo, no habria sociedad--repuso el gascon.
--?Y que?--dijo Martin.
--Que acabarian las ciudades.
--Para mi las ciudades estan hechas por miserables y sirven para que las
saqueen los hombres fuertes--dijo Martin con violencia.
--Eso es ser enemigo de la Humanidad.
Martin se encogio de hombros.
Poco despues de media noche, la nieve comenzo a cesar y Capistun dio la
orden de marcha. El cielo habia quedado estrellado. Los pies se hundian
en la nieve y se sentia un silencio de muerte.
--_Cantats, amics_--dijo
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