os fueron
citando.
Alla estaban Juan Echeberrigaray, de Espeleta; Tomas Albandos, de Anoa;
el herrero Lerrumburo, de Zaro; Echebarria, de Irisarri; Galparzasoro,
el alpargatero de Urruna; Mearuberry, el carnicero de Ostabat, Miguel
Larralde, el de Azcain; Carricaburo, el mozo de un caserio de Arhamus;
Chaubandidegui, el hijo del confitero de Azcarat; Peyrohade y
Lafourchette, los dos mozos del bazar de Hasparren.
--iValientes granujas!--murmuro Martin, que escuchaba.
Capistun y Bautista siguieron su enumeracion. Estaban tambien
Bordagorri, el de Meharin; Achucarro, de Urdax; Etchehun, el versolari
de Chacxu; Ganecoechia, de Osses; Bishino, de Azparrain, Listurria, de
Briscus; Rebenacq, de Pourtales; el propietario de Saint Palais con el
baron Lesbas d'Armagnac, de Mauleon; Detchesarry, el sacristan de
Biriatu; Guibeleguieta, de Barcus; Iturbide, de Hendaya; Echemendi, el
minero de Articuza; Chocoa, el cantero de San Esteban de Baigorri;
Garraiz, el cazador de palomas de Echalar; Setoain, el lenador de
Esterensuby; Isuribere, el pastor de Urepel; y Chiquierdi, el de
Zugarramurdi.
Los vascos, siguiendo las tendencias de su raza, marchaban a defender lo
viejo contra lo nuevo. Asi habian peleado en la antigueedad contra el
romano, contra el godo, contra el arabe, contra el castellano, siempre a
favor de la costumbre vieja y en contra de la idea nueva.
Estos aldeanos y viejos hidalgos de Vasconia y de Navarra, esta
semiaristocracia campesina de las dos vertientes del Pirineo, creia en
aquel Borbon, vulgar extranjero y extranjerizado, y estaban dispuestos a
morir para satisfacer las ambiciones de un aventurero tan grotesco.
Los legitimistas franceses se lo figuraban como un nuevo Enrique IV; y
como de alli, del Bearn, salieron en otro tiempo los Borbones para
reinar en Espana y en Francia, sonaban con que Carlos VII triunfaria en
Espana, acabaria con la maldita Republica Francesa, daria fueros a
Navarra, que seria el centro del mundo y, ademas, restableceria el poder
politico del Papa en Roma.
Zalacain se sentia muy espanol y dijo que los franceses eran unos
cochinos, porque debian hacer la guerra en su tierra, si querian.
Capistun, como buen republicano, afirmo que la guerra en todas partes
era una barbaridad.
--Paz, paz es lo que se necesita--anadio el gascon--; paz para poder
trabajar y vivir.
--iAh, la paz!--replico Martin contradiciendole--; es mejor la guerra.
--No, no--repuso Capistun--. La gue
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