biendo por el monte Larrun.
Era la noche fria, comenzaba a nevar. En los caminos y sendas, llenos
de lodo, se resbalaban los pies; a veces una mula entraba en un charco
hasta el vientre y a fuerza de fuerzas se lograba sacarla del aprieto.
Los animales llevaban mucho peso. Era preciso seguir el camino largo,
sin utilizar las veredas, y la marcha se hacia pesada. Al llegar a la
cumbre y al entrar en el puerto de Ibantelly, les sorprendio a los
viandantes una tempestad de viento y de nieve.
Se encontraban en la misma frontera. La nieve arreciaba; no era facil
seguir adelante. Los tres hombres detuvieron las mulas, y mientras
quedaba Capistun con ellas, Martin y Bautista se echaron uno a un lado y
el otro al otro, para ver si encontraban cerca algun refugio, cabana o
choza de pastor.
Zalacain vio a pocos pasos una casucha de carabineros cerrada.
--iEup! iEup!--grito.
No contesto nadie.
Martin empujo la puerta, sujeta con un clavo, y entro dentro del chozo.
Inmediatamente corrio a dar parte a los amigos de su descubrimiento. Los
fardos que llevaban las mulas tenian mantas, y extendiendolas y
sujetandolas por un extremo en la choza de los carabineros y por otro en
unas ramas, improvisaron un cobertizo para las caballerias.
Puestas en seguridad la carga y las mulas, entraron los tres en la casa
de los carabineros y encendieron una hermosa hoguera. Bautista fabrico
en un momento, con fibras de pino, una antorcha para alumbrar aquel
rincon.
Esperaron a que pasara el temporal y se dispusieron los tres a matar el
tiempo junto a la lumbre. Capistun llevaba una calabaza llena de
aguardiente de Armagnac y, mezclandolo con agua que calentaron, bebieron
los tres.
Luego, como era natural, hablaron de la guerra. El carlismo se extendia
y marchaba de triunfo en triunfo. En Cataluna y en el pais vasco-navarro
iba haciendo progresos. La Republica espanola era una calamidad. Los
periodicos hablaban de asesinatos en Malaga, de incendios en Alcoy, de
soldados que desobedecian a los jefes y se negaban a batirse. Era una
vergueenza.
Los carlistas se apoderaban de una porcion de pueblos abandonados por
los liberales. Habian entrado en Estella.
En las dos orillas del Bidasoa, lo mismo en la frontera espanola que en
la francesa, se sentia un gran entusiasmo por la causa del Pretendiente.
Capistun y Bautista senalaron sus conocidos alistados ya en la faccion.
La mayoria eran mozos, pero no faltaban tampoco los viejos. L
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