pretextos, pero al ver el uniforme de Martin se avino a
obedecer y mando despertar al mozo. El mozo no estaba.
--Ya ve usted, no esta el mozo.
--Ayudeme usted, no tenga usted mal genio--le dijo Martin a la muchacha
tomandole la mano y dandole un duro--. Me juego la vida en esto.
La muchacha guardo el duro en el delantal, y ella misma saco dos
caballos de la cuadra y fue con ellos cantando alegremente:
La Virgen del Puy de Estella
le dijo a la del Pilar:
Si tu eres aragonesa
yo soy navarra y con sal.
Martin pago al posadero y quedo con el de acuerdo en el sitio en donde
tenia que dejar los caballos en Logrono.
Entre Bautista, Martin y la moza, reemplazaron el tiro por completo.
Martin acompano a la muchacha, y cuando la vio sola la estrecho por la
cintura y la beso en la mejilla.
--iTambien usted es posma!--exclamo ella con desgarro.
--Es que usted es navarra y con sal y yo quiero probar de esa
sal--replico Martin.
--Pues tenga usted cuidado no le haga dano.
--?Quien lleva usted en el coche?
--Unas viejas.
--?Volvera usted por aqui?
--En cuanto pueda.
--Pues, adios.
--Adios, hermosa. Oiga usted. Si le preguntan por donde hemos ido diga
usted que nos hemos quedado aqui.
--Bueno, asi lo hare.
El coche paso por delante de Los Arcos. Al llegar cerca de Sansol,
cuatro hombres se plantaron en el camino.
--iAlto!--grito uno de ellos que llevaba un farol.
Martin salto del coche y desenvaino la espada.
--?Quien es?--pregunto.
--Voluntarios realistas--dijeron ellos.
--?Que quieren?
--Ver si tienen ustedes pasaporte.
Martin saco salvoconducto y lo enseno. Un viejo, de aire respetable,
tomo el papel y se puso a leerlo.
--?No ve usted que soy oficial?--pregunto Martin.
--No importa--replico el viejo--. ?Quien va adentro?
--Dos madres recoletas que marchan a Logrono.
--?No saben ustedes que en Viana estan los liberales?--pregunto el
viejo.
--No importa, pasaremos.
--Vamos a ver a esas senoras--murmuro el vejete.
--iEh, Bautista! Ten cuidado--dijo Martin en vasco.
Descendio Urbide del pescante y tras el salto el demandadero. El viejo
jefe de la patrulla abrio la portezuela del coche y echo la luz del
farol al rostro de las viajeras.
--?Quienes son ustedes?--pregunto la superiora con presteza.
--Somos voluntarios de Carlos VII.
--Entonces que nos detengan. Estos hombres nos llevan secuestradas.
No acababa de decir esto
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