un pueblo
en un alto. Debia de ser Viana.
Al acercarse a el, el coche tropezo con una piedra, se solto una de las
ruedas, la caja se inclino y vino a tierra. Todos los viajeros cayeron
revueltos en el barro. Martin se levanto primero y tomo en brazos a
Catalina.
--?Tienes algo?--la dijo.
--No, creo que no--contesto ella, gimiendo.
La superiora se habia hecho un chichon en la trente y el demandadero
dislocado una muneca.
--No hay averias importantes--dijo Martin--.iAdelante!
Los viajeros entonaban un coro de quejas y de lamentos.
--Desengancharemos y montaremos a caballo--dijo Bautista.
--Yo no. Yo no me muevo de aqui--replico la superiora.
La llegada del coche y su batacazo no habian pasado inadvertidos,
porque, pocos momentos despues, avanzo del lado de Viana media compania
de soldados.
--Son los _guiris_--dijo Bautista a Martin.
--Me alegro.
La media compania se acerco al grupo.
--iAlto!--grito el sargento--. ?Quien vive?
--Espana.
--Daos prisioneros.
--No nos resistimos.
El sargento y su tropa quedaron asombrados, al ver a un militar
carlista, a dos monjas y a sus acompanantes llenos de barro.
--Vamos hacia el pueblo--les ordenaron.
Todos juntos, escoltados por los soldados, llegaron a Viana.
Un teniente que aparecio en la carretera, pregunto:
--?Que hay, sargento?
--Traemos prisioneros a un general carlista y a dos monjas.
Martin se pregunto por que le llamaba el sargento general carlista;
pero, al ver que el teniente le saludaba, comprendio que el uniforme,
cogido por el en Estella, era de un general.
CAPITULO XIII
COMO LLEGARON A LOGRONO Y LO QUE LES OCURRIO
Hicieron entrar a todos en el cuerpo de guardia, en donde, tendidos en
camastros, dormian unos cuantos soldados, y otros se calentaban al calor
de un gran brasero. Martin fue tratado con mucha consideracion por su
uniforme. Rogo al oficial le dejara estar a Catalina a su lado.
--?Es la senora de usted?
--Si, es mi mujer.
El oficial accedio y paso a los dos a un cuarto destartalado que servia
para los oficiales.
La superiora, Bautista y el demandadero, no merecieron las mismas
atenciones y quedaron en el cuartelillo.
Un sargento viejo, andaluz, se amartelo con la superiora y comenzo a
echaria piropos de los clasicos; la dijo que tenia _loz ojoz_ como _doz
luceroz_ y que se parecia a la Virgen de _Conzolacion_ de Utrera, y le
conto otra porcion de cosas del repertorio de los alman
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