l extranjero.
--iQue se yo! No me parece que en este pueblo se haya inventado la
polvora.
En una calle transversal, las paredes de las antiguas casas hidalgas
derrumbadas servian de cerca para los jardines. No se alejaron mas
porque a pocos pasos estaba ya la guardia. Volvieron y subieron a San
Pedro de la Rua, iglesia colocada en un alto, a la cual se llegaba por
unas escaleras desgastadas, entre cuyas losas crecia la hierba.
--Sentemonos aqui un momento--dijo el extranjero.
--Bueno, como usted quiera.
Desde alli se veia casi todo Estella, y los montes que le rodean, abajo
el tejado de la carcel y en un alto la ermita del Puy. Una vieja
limpiaba las escaleras de piedra de la iglesia con una escoba y cantaba
a voz en grito:
iAdios los Llanos de Estella.
San Benito y Santa Clara,
Convento de Recoletos
donde yo me paseaba!
--Ya ve usted--dijo el extranjero--que, aunque a usted le parezca este
pueblo tan desagradable, hay gente que le tiene carino.
--?Quien?--dijo Martin.
--El que ha inventado esa cancion.
--Era un hombre de mal gusto.
La vieja se acerco al extranjero y a Martin y entablo conversacion con
ellos. Era una mujer pequena, de ojos vivos y tez tostada.
--?Usted sera carlista? ?Eh?--le pregunto el extranjero.
--Ya lo creo. En Estella todos somos carlistas y tenemos la seguridad de
que vendra don Carlos con ayuda de Dios.
--Si, es muy probable.
--?Como probable?--exclamo la vieja--. Es seguro. ?Usted no sera de
aqui?
--No, no soy espanol.
--Ah, vamos.
Y la vieja, despues de mirarle con curiosidad, siguio barriendo las
escaleras.
--Creo que le ha tenido a usted lastima al saber que no es usted
espanol--dijo Martin.
--Si, parece que si--contesto el extranjero--. La verdad es que es
triste que por ese estupido hombre guapo se mate esta pobre gente.
--?Por quien lo dice usted, por don Carlos?--pregunto Martin.
--Si.
--?Usted tambien cree que no es hombre de talento?
--iQue va a ser! Es un tipo vulgar sin ninguna condicion. Luego, no
tiene idea de nada. Hable con el cuando el bombardeo de Irun, y no se
puede usted figurar nada mas plano y mas opaco.
--Pues no lo diga usted por ahi, porque le hacen a usted pedazos. Estos
bestias estan dispuestos a morir por su rey.
--Oh, no lo diria. Ademas ?para que? No habia de convencer a nadie; unos
son fanaticos y otros aventureros y ninguno esta dispuesto a dejarse
persuadir. Pero no cr
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