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io de casa de su cunado silbando alegremente. Al llegar cerca de su posada, dos serenos que parecian estar espiandole se le acercaron y le mandaron callar de mala manera. --iHombre! ?No se puede silbar?--pregunto Martin. --No, senor. --Bueno. No silbare. --Y si replica usted, va usted a la carcel. --No replico. --iHala! iHala! A la carcel. Zalacain vio que buscaban un pretexto para encerrarle y aguanto los empellones que le dieron, y en medio de los dos serenos entro en la carcel. CAPITULO XII EN QUE LOS ACONTECIMIENTOS MARCHAN AL GALOPE Entregaron los serenos a Martin en manos del alcaide, y este le llevo hasta un cuarto obscuro con un banco y una cantarilla para el agua. --Demonio--exclamo Martin--, aqui hace mucho frio. ?No hay sitio donde dormir? --Ahi tiene usted el banco. --?No me podrian traer un jergon y una manta para tenderme? --Si paga usted... --Pagare lo que sea. Que me traigan un jergon y dos mantas. El alcaide se fue, dejando a obscuras a Martin, y vino poco despues con un jergon y las mantas pedidas. Le dio Martin un duro, y el carcelero, amansado, le pregunto: --?Que ha hecho usted para que le traigan aqui? --Nada. Venia distraido silbando por la calle. Y me ha dicho el sereno: "No se silba." Me he callado, y sin mas ni mas, me han traido a la carcel. --?Usted no se ha resistido? --No. --Entonces sera por otra cosa por lo que le han encerrado. Martin dijo que asi se lo figuraba tambien el. Le dio las buenas noches el carcelero; contesto Zalacain amablemente, y se tendio en el suelo. --Aqui estoy tan seguro como en la posada--se dijo--. Alli me tienen en sus manos, y aqui tambien, luego estoy igual. Durmamos. Veremos lo que se hace manana. A pesar de que su imaginacion se le insubordinaba, pudo conciliar el sueno y descansar profundamente. Cuando desperto, vio que entraba un rayo de sol por una alta ventana iluminando el destartalado zaquizami. Llamo a la puerta, vino el carcelero, y le pregunto: --?No le han dicho a usted por que estoy preso? --No. --?De manera que me van a tener encerrado sin motivo? --Quiza sea una equivocacion. --Pues es un consuelo. --iCosas de la vida! Aqui no le puede pasar a usted nada. --iSi le parece a usted poco estar en la carcel! --Eso no deshonra a nadie. Martin se hizo el asustadizo y el timido, y pregunto: --?Me traera usted de comer? --Si. ?Hay hambre, eh? --Ya lo creo. -
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