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vieja al zaguan y echo la llave y el cerrojo de la puerta.
Martin se quedo encerrado. Volvieron a oirse los pasos de los que le
perseguian.
--No se van--penso.
Efectivamente, no solo no se fueron, sino que llamaron en la casa con
dos aldabonazos.
Aparecio de nuevo la vieja con un farol y se puso al habla con los de
fuera sin abrir.
--?Ha entrado aqui algun hombre?--pregunto uno de los perseguidores.
--No.
--?Quiere usted verlo bien? Somos de la ronda.
--Aqui no hay nadie.
--Registre usted el portal.
Martin, al oir esto, agazapandose, salio del portal y gano la escalera.
La vieja paseo la luz del farol por todo el zaguan y dijo:
--No hay nadie, no, no hay nadie.
Martin pretendio volver al zaguan, pero la vieja puso el farol de tal
modo que iluminaba el comienzo de la escalera. Martin no tuvo mas
remedio que retirarse hacia arriba y subir los escalones de dos en dos.
--Pasaremos aqui la noche--se dijo.
No habia salida alguna. Lo mejor era esperar a que llegase el dia y
abriesen la puerta. No queria exponerse a que lo encontraran dentro
estando la casa cerrada, y aguardo hasta muy entrada la manana.
Serian cerca de las nueve cuando comenzo a bajar las escaleras
cautelosamente. Al pasar por el primer piso vio en un cuarto muy lujoso,
y extendido sobre un sofa, un uniforme de oficial carlista, con su boina
y su espada. Tenia tal convencimiento Martin de que solo a fuerza de
audacia se salvaria, que se desnudo con rapidez, se puso el uniforme y
la boina, luego se cino la espada, se echo el capote por encima y
comenzo a bajar las escaleras, taconeando. Se encontro con la vieja de
la noche anterior, y al verla la dijo:
--?Pero no hay nadie en esta casa?
--?Que queria usted? No le habia visto.
--?Vive aqui el comandante don Carlos Ohando?
--No, senor, aqui no vive.
--iMuchas gracias!
Martin salio a la calle, y embozado y con aire conquistador se dirigio a
la posada en donde vivia Bautista.
--iTu!--exclamo Urbide--. ?De donde sales con ese uniforme? ?Que has
hecho en todo en todo el dia de ayer? Estaba intranquilo. ?Que pasa?
--Todo lo contare. ?Tienes el coche?
--Si, pero...
--Nada, traetelo en seguida, lo mas pronto que puedas. Pero a escape.
Martin se sento a la mesa y escribio con lapiz en un papel: "Querida
hermana. Necesito verte. Estoy herido, gravisimo. Ven inmediatamente en
el coche con mi amigo Zalacain. Tu hermano, Carlos."
Despues de escribir el papel,
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