ian a
llamar subio la escalera. Zalacain la contemplo absorto y luego abrio la
puerta de la casa, la cerro despacio y, al encontrarse en la calle, se
vio con un espectaculo inesperado. Bautista discutia a gritos con tres
hombres armados, que no parecian tener para el muy buenas disposiciones.
--?Que pasa?--pregunto Martin.
Pasaba, sencillamente, que aquellos tres individuos eran de la partida
del Cura y habian presentado a Bautista Urbide este sencillo dilema:
"O formar parte de la partida o quedar prisionero y recibir ademas, de
propina, una tanda de palos."
Martin iba a lanzarse a defender a su cunado cuando vio que a un extremo
de la calle aparecian cinco o seis mozos armados. En el otro esperaban
diez o doce. Con su rapido instinto de comprender la situacion, Martin
se dio cuenta de que no habia mas remedio que someterse y dijo a
Bautista, en vascuence, aparentando gran jovialidad:
--iQue demonio, Bautista! ?No querias tu entrar en una partida? ?No
somos carlistas? Pues ahora estamos a tiempo.
Uno de los tres hombres, viendo como se explicaba Zalacain, exclamo
satisfecho:
--_iArrayua!_ Este es de los nuestros. Venid los dos.
El tal hombre era un aldeano alto, flaco, vestido con un uniforme
destrozado y una pipa de barro en la boca. Parecia el jefe y le llamaban
Luschia.
Martin y Bautista siguieron a los mozos armados, pasaron de Alzate a
Vera y se detuvieron en una casa, en cuya puerta habia un centinela.
--iBajadlos! iBajadlos!--dijo Luschia a su gente.
Cuatro mozos entraron en el portal y subieron por la escalera.
Luschia, mientras tanto, pregunto a Martin:
--?Vosotros de donde sois?
--De Zaro.
--?Sois franceses?
--Si--dijo Bautista.
Martin no quiso decir que el no lo era, sabiendo que el decir que era
frances podia protegerle.
--Bueno, bueno--murmuro el jefe.
Los cuatro aldeanos de la partida que habian entrado en la casa trajeron
a dos viejos.
--iAtadlos!--dijo Luschia, el aldeano de la pipa.
Sacaron a la calle un tambor de regimiento y un cesto, y a los dos
viejos los ataron.
--?Que es lo que han hecho?--pregunto Martin a uno de la partida que
llevaba una boina a rayas.
--Que son traidores--contesto este.
El uno era un maestro de escuela y el otro un expartidario de la
guerrilla del Cura.
Cuando estuvieron las dos victimas atadas y con las espaldas desnudas,
el ejecutor de la justicia, el mozo de la boina a rayas, se remango el
brazo y cogio una vara.
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