rarse a vivir a su pais;
Bautista, con las ganancias del contrabando, habia extendido sus
tierras. De los tres, Zalacain no estaba contento. Si no le hubiese
retenido el pensamiento de encontrar a Catalina, se hubiera ido a
America.
Llevaba ya mas de un ano sin saber nada de su novia; en Urbia se
ignoraba su paradero, se decia que dona Agueda habia muerto, pero no se
hallaba confirmada la noticia.
De estos cuatro hombres de la taberna de Socoa, los dos contentos,
Bautista y Capistun, charlaban; los otros dos rabiaban y se miraban sin
hablarse. Afuera llovia y venteaba.
--?Alguno de vosotros se encargaria de un negocio dificil, en que hay
que exponer la pelleja?--pregunto de pronto Ospitalech.
--Yo no--dijo Capistun.
--Ni yo--contesto distraidamente Bautista.
--?De que se trata?--pregunto Martin.
--Se trata de hacer un recorrido por entre las filas carlistas y
conseguir que varios generales y, ademas, el mismo don Carlos, firmen
unas letras.
--iDemonio! No es facil la cosa--exclamo Zalacain.
--Ya lo se que no; pero se pagaria bien.
--?Cuanto?
--El patron ha dicho que daria el veinte por ciento, si le trajeran las
letras firmadas.
--?Y a cuanto asciende el valor de las letras?
--?A cuanto? No se de seguro la cantidad. ?Pero es que tu irias?
--?Por que no? Si se gana mucho...
--Pues entonces espera un momento. Parece que llega el barco, luego
hablaremos.
Efectivamente, se habia oido en medio de la noche un agudo silbido. Los
cuatro salieron al puerto y se oyo el ruido de las aguas removidas por
una helice, y luego aparecieron unos marineros en la escalera del
muelle, que sujetaron la amarra en un poste.
--iEup! Manisch--grito Ospitalech.
--iEup!--contestaron desde el mar.
--?Todo bien?
--Todo bien--respondio la voz.
--Bueno, entremos--anadio Ospitalech--que la noche esta de perros.
Volvieron a meterse en la taberna los cuatro hombres, y poco despues se
unieron a ellos Manisch, el patron del barco la _Fleche_, que al entrar
se quito el sudeste, y dos marineros mas.
--?De manera que tu estas dispuesto a encargarte de ese
asunto?--pregunto Ospitalech a Martin.
--Si.
--?Solo?
--Solo.
--Bueno, vamos a dormir. Por la manana iremos a ver al principal y te
dira lo que se puede ganar.
Los marineros de la _Fleche_ comenzaban a beber, y uno de ellos cantaba,
entre gritos y patadas, la cancion de _Les matelot de la Belle Eugenie_.
Al dia siguiente, muy temprano, se
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