; y ya no
volvio mas, porque decia que Ichtaber _el Chato_ olia a muerto.
Ichtaber hizo el amor a otra; pero Fernando le jugo la misma pasada con
el fuelle, y el zapatero decia a sus amigos:
--_iArrayua!_ En mi tiempo era otra cosa; las chicas estaban sanas.
Ahora, la que mas y la que menos huele a perros."
Volvio a oirse la risa alegre y chillona de la muchacha.
Celebraron los demas circunstantes las granujerias de Fernando el de
Amezqueta y fueron a acostarse.
A la manana siguiente, Martin y Bautista dejaron a Amezqueta y por un
sendero llegaron a Ataun, lugar en donde Dorronsoro, el jefe civil
carlista, habia sido escribano.
Se encontraron en el camino a un muchacho de este pueblo que iba a
Echarri-Aranaz y en su compania tomaron por un camino de herradura que
bordeaba la sierra de Aralar.
Hablaron los tres de la marcha de la guerra, y el chico conto una
anecdota de Dorronsoro, que no dejaba de tener gracia. Se habia
presentado a el un senorito de San Sebastian, de familia carlista, de
los que llamaban hojalateros, muy gordo y muy lucio.
--Mire usted, don Miguel--habia dicho al ex escribano--, yo soy muy
carlista y mi familia tambien lo es; quisiera servir a don Carlos, pero,
ya ve usted, no estoy para andar por el monte y desearia entrar en las
oficinas.
--Bueno, ya vere si encuentro algo--le dijo Dorronsoro--; vuelva usted
manana.
Volvio al dia siguiente el senorito y pregunto:
--?Que, ha encontrado usted algo?
--Si, ya comprendo que no puede usted salir al monte; de manera que
entrara usted en las oficinas... y pagara usted tres pesetas al dia.
Celebraron Martin y Bautista la decision de Dorronsoro. Por la noche
llegaron al valle de Araquil y se detuvieron en Echarri-Aranaz.
Entraron en la cocina de la venta a calentarse al fuego. Alli, en vez de
las historias del buen truhan Fernando de Amezqueta, tuvieron que oir,
contada por una vieja, la historia de don Teodosio de Goni, un caballero
navarro que, despues de haber matado a su padre y a su madre, enganado
por el Diablo, se fue de penitencia al monte con una cadena al pie,
hasta que, pasados muchos anos y siendo don Teodosio viejo, se le
presento un dragon, y ya iba a devorarle, cuando aparecio el arcangel
San Miguel y mato al dragon y rompio las cadenas al caballero.
A Bautista y a Martin les parecieron mas entretenidas que esta tonta
historia de dragones y de santos las ocurrencias del buen Fernando de
Amezqueta.
Estaban oye
|