edia hora despues, entraban en
las calles de Alzate, cuyas puertas se veian cerradas.
Llamaron en una posada conocida. Tardaron en abrir, y al ultimo el
posadero, amedrentado, se presento en la puerta.
--?Que pasa?--pregunto Zalacain.
--Que ha entrado en Vera otra vez la partida del Cura.
Bautista y Martin sabian la reputacion del Cura y su enemistad con
algunos generales carlistas y convinieron en que era peligroso llevar el
alijo a Vera o a Lesaca, mientras anduvieran por alli las gentes del
ensotanado cabecilla.
--Vamos en seguida a darle el aviso a Capistun--dijo Bautista.
--Bueno, vete tu--repuso Martin--yo te alcanzo en seguida.
--?Que vas a hacer?
--Voy a ver si veo a Catalina.
--Yo te esperare.
Catalina y su madre vivian en una magnifica casa de Alzate. Llamo
Martin en ella, y a la criada, que ya le conocia, la dijo:
--?Esta Catalina?
--Si... Pasa.
Entro en la cocina. Era esta grande y espaciosa y algo obscura.
Alrededor de la ancha campana de la chimenea colgaba una tela blanca
planchada, sujeta por clavos. Del centro de la campana bajaba una gruesa
cadena negra, en cuyo garfio final se enganchaba un caldero. A un lado
de la chimenea, habia un banquillo de piedra, sobre el cual estaban en
fila tres herradas con los aros de hierro brillantes, como si fueran de
plata. En las paredes se veian cacerolas de cobre rojizo y lodos los
chismes de la cocina de la casa, desde las sartenes y cucharas de palo,
hasta el calentador, que tambien figuraba colgado en la pared como parte
integrante de la bateria de cocina.
Aquel orden parecia algo absurdo y extraordinario, contrastado con la
agitacion exterior.
La criada habia subido la escalera y, tras de algun tiempo, bajo
Catalina envuelta en un manton.
--?Eres tu?--dijo sollozando.
--Si, ?que pasa?
Catalina, llorando, conto que su madre estaba muy enferma, su hermano se
habia ido con los carlistas y a ella querian meterla en un convento.
--?A donde te quieren llevar?
--No se, todavia no se ha decidido.
--Cuando lo sepas, escribeme.
--Si, no tengas cuidado. Ahora vete, Martin, porque mi madre habra oido
que estamos hablando y, como ha sentido los tiros hace poco, esta muy
alarmada.
Efectivamente, se oyo poco despues una voz debil que exclamaba:
--iCatalina! iCatalina! ?Con quien hablas?
Catalina tendio la mano a Martin, quien la estrecho en sus brazos. Ella
apoyo la cabeza en el hombro de su novio y, viendo que la volv
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