go. Si lo sabe el tabernero....
--?Mi Pascual? No lo sabra... Si llegara a saber mi Pascual que hay un
senorito que dice chicoleos a Pascuala....
Advirtamos que esta fregona tenia por novio a un Pascual que habia
fundado nada menos que una taberna en la calle del Humilladero. Aquellas
relaciones honestas y nobles parecian muy encaminadas al matrimonio; y
como ella era _asi tan guapetona_, habria probabilidades de que aquel
par de Pascuales se unieran ante la Iglesia para dar hijos al mundo y
agua al vino.
--Pues como Pascual lo llegue a saber....
--Pero yo soy muy picara ... y se me ha puesto en la cabeza... ?Sabe
usted lo que se me ha puesto en la cabeza?
-?Que?
--Que el no quiere entrar aqui por mi, sino por usted.
--?Por mi? No seas tonta--replico Clara, riendo con la mayor
naturalidad.
--?Le dejo entrar?
--No, cuidado. Por Dios, no hagas tal. No vuelvas a hablarle mas. ?A que
tiene que venir aqui ese caballero?
--Yo me malicio ... aunque una sea asi tan guapetona.... Yo me malicio
que a mi no me quiere _pa_ maldita de Dios la cosa ... porque al fin,
siempre una es criada y el un caballero.... Pues parece persona muy
principal. Digo... ?Le dejo entrar?
--iJesus, Pascuala, no lo vuelvas a decir!--exclamo seriamente
Clara.--?Pero a que quiere entrar aqui ese caballero?
--Toma, a verla a usted.
--?Y para que quiere verme a mi?
--Toma, para verla.
--iQue ocurrencia!--murmuro pensativa.
En esto se sintio un campanillazo. Abrieron y entro Coletilla.
Las dos muchachas seguian su coloquio cuando sintieron en la calle rumor
de voces agitadas, algunos gritos y pasos precipitados. Asomaronse los
tres, y vieron que discurrian varios grupos por la calle. Los chisperos
mas famosos del barrio dejaban sus hierros y salian en busca de
aventuras. Coletilla lanzo una mirada de rencoroso desden sobre los
transeuntes, y cerrando con estrepito el balcon, dijo;
--iOtra asonada!
Las dos muchachas temblaron acordandose del miedo que tuvieron pocas
noches antes.
--iAy, cuando se acabaran estas cosas!--observo Clara.
--iPronto!--dijo con sequedad el viejo, sentandose y tomando una carta
que habia sobre la mesa.
La leyo; despues tomo su capa y su sombrero, y dijo a las chicas:
--Voy a salir; tengo que hacer: no volvere en toda la tarde. Mi sobrino
llegara esta noche a eso de las ocho: yo no vendre hasta las diez lo mas
temprano. Que me espere aqui.
Y embozandose en su capa, miro un triste
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