as a Eulame, al recibir la primera granizada de balas de sus
partidarios. El Regenerador fue elevado entonces a la dignidad imperial,
y empezo el periodo mas agitado, mas sangriento e interesante de nuestra
historia.
Debo advertir que como entonces dirigian los hombres la marcha del pais,
tuvieron el cinismo de dar el nombre de _epoca gloriosa_ a un periodo en
el que murieron millones de personas, siendo ademas incendiadas muchas
ciudades, que aun no estan reconstruidas, y devastadas provincias
enteras.
Al verse Eulame en el poder, se creyo investido de una mision
sobrehumana.
Esta mision consistia en llevar a todas las naciones proximas pobladas
por seres de nuestra especie los beneficios de la civilizacion
implantada por el. Ademas, como disponia de una fuerza superior,
necesitaba usarla, lo mismo que el atleta, incapaz de vivir
tranquilamente sin dar golpes contra algo para ejercitar sus musculos.
Las tropas irresistibles de Eulame marcharon contra Blefuscu, el pueblo
que durante siglos habia sido nuestro adversario. Resulto una guerra
facil por la gran desigualdad entre los respectivos armamentos; pero los
de Blefuscu se defendieron con esa tenacidad irracional que la Historia
llama heroismo, dejandose matar en cantidades enormes.
Despues de haber dominado a esta nacion, el conquistador llevo sus armas
a otra, y luego a otra, no quedando continente ni isla que dejase de
reconocer su autoridad imperial. Pero la misma grandeza de su exito peso
sobre el, acabando por aplastarle. Sus generales obedecieron a esa ley
de los hombres segun la cual todo discipulo, cuando se ve en lo alto,
debe atacar a su maestro.
Llego un dia en que los belicosos caudillos que gobernaban por
delegacion las tierras conquistadas se sublevaron contra Eulame. Todo lo
que este habia aprendido en el pais de los gigantes lo comunico
confiadamente a sus allegados: los nuevos medios de destruccion eran ya
del dominio comun; sus adversarios sabian lo mismo que el; ya no era un
semidios, era un hombre como los otros. Y como sus enemigos resultaban
mucho mas numerosos, le vencieron en una batalla campal a las puertas de
esta ciudad, que entonces se llamaba Mildendo, reuniendose despues en
congreso diplomatico para decidir su futura suerte.
No se atrevieron a matarle porque habian sido sus discipulos; pero como
deseaban verse libres de su presencia, lo confinaron perpetuamente en
una pequena isla, en un penon solitario y malsano, lejos de
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