onar las cadenas con que estaban
sujetos a los pilares, formaban un rumor extrano y temeroso que se
dilataba por todo el ambito de la iglesia y se reproducia cada vez mas
confuso repetido de eco en eco en sus alias bovedas.
Pero nuestro heroe, aunque joven, estaba ya tan familiarizado con
estas peripecias de la vida de campana, que apenas hubo acomodado a su
gente, mando colocar un saco de forraje al pie de la grada del
presbiterio, y arrebujandose como mejor pudo en su capote y echando la
cabeza en el escalon, a los cinco minutos roncaba con mas tranquilidad
que el mismo rey Jose[1] en su palacio de Madrid.[2]
[Footnote 1: rey Jose. Joseph Bonaport. See p. 76, note 1.]
[Footnote 2: Madrid. The capital of Spain and of the province of
Madrid, situated on the Manzanares, and nearly in the geographical
center of Spain. Population some 540,000. The royal palace, begun in
1737, is an imposing rectangular structure on a lofty terrace
overlooking the Manzanares.]
Los soldados, haciendose almohadas de las monturas, imitaron su
ejemplo, y poco a poco fue apagandose el murmullo de sus voces.
A la media hora solo se oian los ahogados gemidos del aire que entraba
por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado
revolotear de las aves nocturnas que tenian sus nidos en el dosel de
piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los
pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de
su capote, a lo largo del portico.
II
En la epoca a que se remonta la relacion de esta historia, tan
veridica como extraordinaria, lo mismo que al presente, para los que
no sabian apreciar los tesoros del arte que encierran sus muros la
ciudad de Toledo no era mas que un poblacon destartalado, antiguo,
ruinoso e insufrible.
Los oficiales del ejercito frances, que a juzgar por los actos de
vandalismo[1] con que dejaron en ella triste y perdurable memoria de
su ocupacion, de todo tenian menos de artistas o arqueologos, no hay
para que decir que se fastidiaban soberanamente en la vetusta ciudad
de los Cesares.[2]
[Footnote 1: vandalismo. See p. 76, note 1.]
[Footnote 2: ciudad de los Cesares. See p. 50, note 2, and p. 52,
note 1.]
En esta situacion de animo, la mas insignificante novedad que viniese
a romper la monotona quietud de aquellos dias eternos e iguales, era
acogida con avidez entre los ociosos; asi es que la promocion al grado
inmediato de uno de su
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