de todo, contesto el interpelado; pues si bien es verdad
que no he dormido gran cosa, el origen de mi vigilia merece la pena de
la velada. El insomnio junto a una mujer bonita no es seguramente el
peor de los males.
--iUna mujer! repitio su interlocutor como admirandose de la buena
fortuna del recien venido; eso es lo que se llama llegar y besar el
santo.
--Sera tal vez algun antiguo amor de la corte que le sigue a Toledo
para hacerle mas soportable el ostracismo, anadio otro de los del
grupo.
--iOh! no, dijo entonces el capitan; nada menos que eso. Juro, a fe de
quien soy, que no la conocia y que nunca crei hallar tan bella patrona
en tan incomodo alojamiento. Es todo lo que se llama una verdadera
aventura.
--iContadla! icontadla! exclamaron en coro los oficiales que rodeaban
al capitan; y como este se dispusiera a hacerlo asi, todos prestaron
la mayor atencion a sus palabras, mientras el comenzo la historia en
estos terminos:
--Dormia esta noche pasada como duerme un hombre que trae en el cuerpo
trece[1] leguas de camino, cuando he aqui que en lo mejor del sueno me
hizo despertar sobresaltado e incorporarme sobre el codo un estruendo
horrible, un estruendo tal, que me ensordecio un instante para dejarme
despues los oidos zumbando cerca de un minuto, como si un moscardon me
cantase a la oreja.
[Footnote 1: trece = 'thirteen.' Our author has told us on p. 79
that it was catorce ('fourteen').]
Como os habras figurado, la causa de mi susto era el primer golpe que
oia de esa endiablada campana gorda,[1] especie de sochantre de
bronce, que los canonigos de Toledo han colgado en su catedral con el
laudable proposito de matar a disgustos a los necesitados de reposo.
[Footnote 1: campana gorda = 'great bell.' The famous _Campana
Gorda_, weighing nearly two tons, was cast by Alejandro Gargollo in
1753. It hangs in the cathedral tower surrounded by eight other
bells, and surmounted by two more.]
Renegando entre dientes de la campana y del campanero que la toca,
disponiame, una vez apagado aquel insolito y temeroso rumor, a coger
nuevamente el hilo del interrumpido sueno, cuando vino a herir mi
imaginacion y a ofrecerse ante mis ojos una cosa extraordinaria. A la
dudosa luz de la luna que entraba en el templo por el estrecho ajimez
del muro de la capilla mayor, vi una mujer arrodillada junto al altar.
Los oficiales se miraron entre si con expresion entre asombrada e
incredula; el capitan, sin a
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