no temian al salir con su cantaro
en la cabeza a tomar agua de la fuente del camino, ni los pastores
llevaban sus rebanos al Segre por sendas impracticables y ocultas,
temblando encontrar a cada revuelta de la trocha a los ballesteros de
su muy amado senor.
Asi transcurrio el espacio de tres anos; la historia del _mal
caballero_, que solo por este nombre se le conocia, comenzaba a
pertenecer al exclusivo dominio de las viejas, que en las eternas
veladas del invierno las[1] relataban con voz hueca y temerosa a los
asombrados chicos; las madres asustaban a los pequenuelos
incorregibles o llorones diciendoles: _ique viene el senor del
Segre!_[2] cuando he aqui que no se si un dia o una noche, si caido
del cielo o abortado de los profundos, el temido senor aparecio
efectivamente, y como suele decirse, en carne y hueso, en mitad de sus
antiguos vasallos.
[Footnote 1: las. See vocabulary.]
[Footnote 2: ique viene el senor del Segre! Compare the familiar
English expression used to frighten children: "The boogy-man is
coming."]
Renuncio a describir el efecto de esta agradable sorpresa. Ustedes se
lo podran figurar mejor que yo pintarlo, solo con decirles que tornaba
reclamando sus vendidos derechos, que si malo se fue, peor volvio, y
si pobre y sin credito se encontraba antes de partir a la guerra, ya
no podia contar con mas recursos que su despreocupacion, su lanza y
una media docena de aventureros tan desalmados y perdidos como su
jefe.
Como era natural, los pueblos se resistieron a pagar tributes, que a
tanta costa habian redimido; pero el senor puso fuego a sus heredades,
a sus alquerias y a sus mieses.
Entonces apelaron a la justicia del rey; pero el senor se burlo de las
cartas-leyes de los Condes soberanos;[1] las clavo en el postigo de
sus torres, y colgo a los farsantes de una encina.
[Footnote 1: Condes soberanos. See p. 121, Note 1.]
Exasperados, y no encontrando otra via de salvacion, por ultimo, se
pusieron de acuerdo entre si, se encomendaron a la Divina Providencia
y tomaron las armas; pero el senor reunio a sus secuaces, llamo en su
ayuda al diablo, se encaramo a su roca y se preparo a la lucha. Esta
comenzo terrible y sangrienta. Se peleaba con todas armas, en todos
sitios y a todas horas, con la espada y el fuego, en la montana y en
la llanura, en el dia y durante la noche.
Aquello no era pelear para vivir; era vivir para pelear.
Al cabo triunfo la causa de la justicia. Oigan
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