abali comenzaba a acortarse; cuando bastaba un solo esfuerzo mas para
alcanzarlo.
IX
Pintar la ira del colerico Teobaldo, seria imposible. Repetir sus
maldiciones y sus blasfemias, solo repetirlas, fuera escandaloso e
impio. Llamo a grandes voces a sus servidores, y unicamente le
contesto el eco en aquellas inmensas soledades, y se arranco los
cabellos y se meso las barbas, presa de la mas espantosa
desesperacion.--Le seguire a la carrera, aun cuando haya de
reventarme, exclamo al fin, armando de nuevo su ballesta y
disponiendose a seguir a la res; pero en aquel momento sintio ruido a
sus espaldas; se entreabrieron las ramas de la espesura, y se presento
a sus ojos un paje que traia del diestro un corcel negro como la
noche.
--El cielo me lo envia, dijo el cazador, lanzandose sobre sus lomos
agil como un gamo. El paje, que era delgado, muy delgado, y amarillo
como la muerte, se sonrio de una manera extrana al presentarle la
brida.
X
El caballo relincho con una fuerza que hizo estremecer el bosque, dio
un bote increible, un bote en que se levanto mas de diez varas del
suelo, y el aire comenzo a zumbar en los oidos del jinete, como zumba
una piedra arrojada por la honda. Habia partido al escape; pero a un
escape tan rapido, que temeroso de perder los estribos y caer a tierra
turbado por el vertigo, tuvo que cerrar los ojos y agarrarse con ambas
manos a sus[1] flotantes crines.
[Footnote 1: sus. The antecedent is logically, but not grammatically
evident.]
Y sin agitar sus riendas, sin herirle con el acicate ni animarlo con
la voz, el corcel corria, corria sin detenerse. ?Cuanto tiempo corrio
Teobaldo con el, sin saber por donde, sintiendo que las ramas le
abofeteaban el rostro al pasar, y los zarzales desgarraban sus
vestidos, y el viento silbaba a su alrededor? Nadie lo sabe.
XI
Cuando recobrando el animo, abrio los ojos un instante para arrojar en
torno suyo una mirada inquieta, se encontro lejos, muy lejos de
Montagut, y en unos lugares, para el completamente extranos. El corcel
corria, corria sin detenerse, y arboles, rocas, castillos y aldeas
pasaban a su lado como una exhalacion. Nuevos y nuevos horizontes se
abrian ante su vista; horizontes que se borraban para dejar lugar a
otros mas y mas desconocidos. Valles angostos, erizados de colosales
fragmentos de granito que las tempestades habian arrancado de la
cumbre de las montanas, alegres campinas, cubiertas de un tapiz de
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