El baron de Fortcastell,
respondio, y se le rieron en sus barbas.--Llamo a otra.--?Quien sois y
que quereis? tornaron a preguntarle.--Vuestro senor, insistio el
caballero, sorprendido de que no le conociesen; Teobaldo de
Montagut.[1]--iTeobaldo de Montagut! dijo colerica su interlocutora,
que no era una vieja; iTeobaldo de Montagut el del cuento!... iBah!...
Seguid vuestro camino, y no vengais a sacar de su sueno a las gentes
honradas para decirles chanzonetas insulsas.
[Footnote 1: Teobaldo de Montagut. See p. 140, note 1.]
III
Teobaldo, lleno de asombro, abandono la aldea y se dirigio al
castillo, a cuyas puertas llego cuando apenas clareaba el dia. El foso
estaba cegado con los sillares de las derruidas almenas; el puente
levadizo, inutil ya, se pudria colgado aun de sus fuertes tirantes de
hierro, cubiertos de orin por la accion de los anos; en la torre del
homenaje tania lentamente una campana; frente al arco principal de la
fortaleza y sobre un pedestal de granito se elevaba una cruz; en los
muros no se veia un solo soldado; y confuso, y sordo, parecia que de
su seno se elevaba como un murmullo lejano, un himno religioso, grave,
solemne y magnifico.
--iY este es mi castillo, no hay duda! decia Teobaldo, paseando su
inquieta mirada de un punto a otro, sin acertar a comprender lo que le
pasaba. iAquel es mi escudo, grabado aun sobre la clave del arco! iEse
es el valle de Montagut! Estas tierras que domina, el senorio de
Fortcastell....
En aquel instante las pesadas hojas de la puerta giraron sobre sus
goznes y aparecio en su dintel un religioso.
IV
--?Quien sois y que haceis aqui? pregunto Teobaldo al monje.
--Yo soy, contesto este, un humilde servidor de Dios, religioso del
monasterio de Montagut.
--Pero ... interrumpio el baron, Montagut ?no es un senorio?
--Lo fue, prosiguio el monje ... hace mucho tiempo. ... A su ultimo
senor, segun cuentan, se le llevo el diablo; y como no tenia a nadie
que le sucediese en el feudo, los condes soberanos[1] hicieron
donacion de estas tierras a los religiosos de nuestra regla, que estan
aqui desde hara cosa de ciento a ciento veinte anos. Y vos ?quien
sois?
[Footnote 1: condes soberanos. See p. 121, note 1, and p. 123, l.
22.]
--Yo ... balbuceo el baron de Fortcastell, despues de un largo rato de
silencio; yo soy ... un miserable pecador, que arrepentido de sus
faltas, viene a confesarlas a vuestro abad, y 15 a pedirle que le
admit
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