peando al herirla la luz
y colgada de uno de los negros pilares de la sala del festin, era
facil divisar la armadura del temido jefe, cuyo cadaver, cubierto de
sangre y polvo, yacia entre los desgarrados tapices y las calientes
cenizas, confundido con los de sus obscuros companeros.
El tiempo paso; comenzaron los zarzales a rastrear por los desiertos
patios, la hiedra a enredarse en los obscuros machones, y las
campanillas azules a mecerse colgadas de las mismas almenas. Los
desiguales soplos de la brisa, el graznido de las aves nocturnas y el
rumor de los reptiles, que se deslizaban entre las altas hierbas,
turbaban solo de vez en cuando el silencio de muerte de aquel lugar
maldecido; los insepultos huesos de sus antiguos moradores blanqueaban
al rayo de la luna, y aun podia verse el haz de armas del senor del
Segre, colgado del negro pilar de la sala del festin.
Nadie osaba tocarle; pero corrian mil fabulas acerca de aquel objeto,
causa incesante de hablillas y terrores para los que le miraban
llamear durante el dia, herido por la luz del sol, o creian percibir
en las altas horas de la noche el metalico son de sus piezas, que
chocaban entre si cuando las movia el viento, con un gemido prolongado
y triste.
A pesar de todos los cuentos que aproposito de la armadura se
fraguaron, y que en voz baja se repetian unos a otros los habitantes
de los alrededores, no pasaban de cuentos, y el unico mas positivo que
de ellos resulto, se redujo entonces a una dosis de miedo mas que
regular, que cada uno de por si se esforzaba en disimular lo posible,
haciendo, como decirse suele, de tripas corazon.
Si de aqui no hubiera pasado la cosa, nada se habria perdido. Pero el
diablo, que a lo que parece no se encontraba satisfecho de su obra,
sin duda. Con el permiso de Dios y a fin de hacer purgar a la comarca
algunas culpas, volvio a tomar cartas en el asunto.
Desde este momento las fabulas, que hasta aquella epoca no pasaron de
un rumor vago y sin viso alguno de verosimilitud, comenzaron a tomar
consistencia y a hacerse de dia en dia mas probables.
En efecto, hacia algunas noches que todo el pueblo habia podido
observar un extrano fenomeno.
Entre las sombras, a lo lejos, ya subiendo las retorcidas cuestas del
penon del Segre, ya vagando entre las ruinas del castillo, ya
cerniendose al parecer en los aires, se veian correr, cruzarse,
esconderse y tornar a aparecer para alejarse en distintas direcciones
unas luces misterios
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