tender al efecto que su narracion
producia, continuo de este modo:
--No podeis figuraros nada semejante a aquella nocturna y fantastica
vision que se dibujaba confusamente en la penumbra de la capilla como
esas virgenes pintadas en los vidrios de colores que habreis visto
alguna vez destacarse a lo lejos, blancas y luminosas, sobre el
obscuro fondo de las catedrales.
Su rostro ovalado, en donde se veia impreso el sello de una leve y
espiritual demacracion, sus armoniosas facciones llenas de una suave y
melancolica dulzura; su intensa palidez, las purisimas lineas de su
contorno esbelto, su ademan reposado y noble, su traje blanco y
flotante, me traian a la memoria esas mujeres que yo sonaba cuando
casi era un nino. iCastas y celestes imagenes, quimerico objeto del
vago amor de la adolescencia! Yo me creia juguete de una alucinacion,
y sin quitarle un punto los ojos, ni aun osaba respirar, temiendo que
un soplo desvaneciese el encanto. Ella permanecia inmovil.
Antojabaseme al verla tan diafana y luminosa que no era una criatura
terrenal, sino un espiritu que, revistiendo por un instante la forma
humana, habia descendido en el rayo de la luna, dejando en el aire y
en pos de si la azulada estela que desde el alto ajimez bajaba
verticalmente hasta el pie del opuesto muro, rompiendo la obscura
sombra de aquel recinto lobrego y misterioso.
--Pero ... exclamo interrumpiendole su camarada de colegio, que,
comenzando por echar a broma la historia, habia concluido
interesandose con su relato: ?como estaba alli aquella mujer? ?No
la[1] dijiste nada? ?No te explico su presencia en aquel sitio?
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2.]
--No me determine a hablarla,[1] porque estaba seguro de que no habia
de contestarme, ni verme ni oirme.
[Footnote 1: la. See p. 20, note 2.]
--?Era sorda?
--?Era ciega?
--?Era muda? exclamaron a un tiempo tres o cuatro de los que
escuchaban la relacion.
--Lo era todo a la vez, exclame al fin el capitan despues de un
momento de pausa; porque era... de marmol. Al oir el estupendo
desenlace de tan extraiia aventura, cuantos habia en el corro
prorrumpieron en una ruidosa carcajada, mientras uno de ellos dijo al
narrador de la peregrina historia, que era el unico que permanecia
callado y en una grave actitud:
--iAcabaramos de una vez! Lo que es de ese genero, tengo yo mas de un
millar, un verdadero serrallo, en San Juan de los Reyes; serrallo que
desde ahora pongo a vuestra dis
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