comprar estas flores?
Clara, ?que devaneos son estos? iCoqueta! No hay ya remedio. Te has
echado a perder. ?Tambien quieres llenarme de flores la casa?
Clara quiso contestarle; pero aunque hizo todo lo posible, no le
contesto nada. Elias pisoteo las flores con furia.
--Estoy resuelto a tomar la determinacion.
Otra vez la determinacion, ?Que determinacion seria aquella? pensaba
Clara en el colmo de su confusion y de su miedo. Despues, retirada a su
cuarto, penso en lo mismo, y decia para si: "?Querra matarme?"
Aquella noche no pudo dormir. A eso de las doce sintio que Elias se
paseaba en su cuarto con mas agitacion que de ordinario. Hasta lo
parecio oir algunas palabras, que no debian ser cosa buena. Levantose
Clara muy quedito movida de la curiosidad, y poco a poco se acerco con
mucha cautela a la puerta del cuarto de Elias, y miro por el agujero de
la llave. Elias gesticulaba marchando: de pronto se paro, se acerco a
una gaveta y saco un cuchillo muy grande, muy grande y muy afilado,
resplandeciente y fino. Le estuvo mirando a la luz, examinandolo bien, y
despues lo volvio a guardar. Clara, al ver esto, estuvo a punto de
desmayarse. Retirose a su cuarto y se acosto temblando, arropandose
bien. Desde la noche que paso en el camaranchon de dona Angustias en
compania de los ratones, no habia tenido un miedo igual. A la madrugada
se adormecio un poco; pero en su sueno se le presentaban multitud de
cuchillos como el que habia visto, y a veces uno solo, pero tan grande,
que bastara por si a cercenar cincuenta cabezas a la vez. Arropabase mas
a cada momento, creyendo en los extravios del sueno que el cuchillo, a
pesar de su puntiaguda forma y de su brillante filo, no podia penetrar
las sabanas.
Al dia siguiente se sereno, y despues se reia de haber temido que Elias
podria matarla.
Poro, sin embargo, no se atrevia a ponerse el traje. Aquella bella
prenda pecaminosa habia de dormir el sueno de la eternidad en lo mas
hondo de la comoda, donde seria pasto de gusanos.
Clara no habia podido determinar en su entendimiento lo que para ella
podia resultar de la venida de Lazaro. En su grande alegria no veia en
aquello mas que un suceso muy feliz, sin detenerse a considerar los
sucesos que posteriormente se podian derivar de aquella llegada. Algunas
ideas vagas acompanaron tan solo aquel sentimiento expansivo y
desinteresado. El seria un joven de posicion. ?Como no? Sin discurrir en
el medio, Clara penso en un cambio de
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