--Si.
--iPero si no tiene dinero!
--Pues ahora lo ha encontrado.
La idea del casamiento con Bautista no solo consolo a la muchacha, sino
que parecio ofrecerle un halagador porvenir.
--?Y que quieres que haga? ?Salir de la casa?--pregunto la Ignacia,
secandose las lagrimas y sonriendo.
--No, por de pronto sigue ahi, es lo mejor, y dentro de unos dias
Bautista ira a ver a dona Agueda y a decirla que se casa contigo.
Se hizo lo acordado por los dos hermanos. En los dias siguientes, Carlos
Ohando vio que su conquista no seguia adelante, y el domingo, en la
plaza, pudo comprobar que la Ignacia se inclinaba definitivamente del
lado de Bautista. Bailaron la muchacha y el panadero toda la tarde con
gran entusiasmo.
Carlos espero a que la Ignacia se encontrara sola y la insulto y la echo
en cara su coqueteria y su falsedad. La muchacha, que no tenia gran
inclinacion por Carlos, al verle tan violento cobro por el desvio y
miedo.
Poco despues, Bautista Urbide se presento en casa de Ohando, hablo a
dona Agueda, se celebro la boda, y Bautista y la Ignacia fueron a vivir
a Zaro, un pueblecillo del pais vasco frances.
CAPITULO IX
COMO INTENTO VENGARSE CARLOS DE MARTIN ZALACAIN
Carlos Ohando enfermo de colera y de rabia. Su naturaleza, violenta y
orgullosa, no podia soportar la humillacion de ser vencido; solo el
pensarlo le mortificaba y le corroia el alma.
Al intentar seducir Carlos a la Ignacia, casi podia mas en el su odio
contra Martin que su inclinacion por la chica. Deshonrarle a ella y
hacerle a el la vida triste, era lo que le encantaba. En el fondo, el
aplomo de Zalacain, su contento por vivir, su facilidad para
desenvolverse, ofendian a este hombre sombrio y fanatico.
Ademas, en Carlos la idea de orden, de categoria, de subordinacion, era
esencial, fundamental, y Martin intentaba marchar por la vida sin
cuidarse gran cosa de las clasificaciones y de las categorias sociales.
Esta audacia ofendia profundamente a Carlos y hubiese querido
humillarle para siempre, hacerle reconocer su inferioridad. Por otra
parte, el fracaso de su tentativa de seduccion le hizo mas malhumorado y
sombrio.
Una noche, aun no convaleciente de su enfermedad, producida por el
despecho y la colera, se levanto de la cama, en donde no podia dormir, y
bajo al comedor.
Abrio una ventana y se asomo a ella. El cielo estaba sereno y puro. La
luna blanqueaba las copas de los manzanos, cubiertos por la nieve de sus
m
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