r ahora, lo mejor que puedes hacer es llevarla a
casa de Ohando. Es un poco coqueta; pero Catalina la tomara. No le
olvides tampoco a _Marquesch_; es viejo, pero ha cumplido.
--No, no le olvidare--dijo Martin sollozando.
--Ahora--prosiguio Tellagorri--te voy a decir una cosa y es que antes de
poco habra guerra. Tu eres valiente, Martin, tu no tendras miedo de las
balas. Vete a la guerra, pero no vayas de soldado. Ni con los blancos,
ni con los negros. iAl comercio, Martin! iAl comercio! Venderas a los
liberales y a los carlistas, haras tu pacotilla y te casaras con la
chica de Ohando. Si teneis un chico, llamadle como yo, Miguel, o Jose
Miguel.
--Bueno--dijo Martin, sin fijarse en lo extravagante de la
recomendacion.
--Dile a Arcale--siguio diciendo el viejo--donde tengo el tabaco y las
setas. Ahora acercate mas. Cuando yo me muera, registra mi jergon y
encontraras en esta punta de la izquierda un calcetin con unas monedas
de oro. Ya te he dicho, no quiero que las emplees en tierras, sino en
generos de comercio.
--Asi lo hare.
--Creo que te lo he dicho todo. Ahora dame la mano. Firmes, ?eh?
--Firmes.
El pobre Tellagorri se olvido de decir _Pirmes_, como hubiera dicho
estando sano.
--A esa sosa de la Ignacia--anadio poco despues el viejo--le puedes dar
lo que te parezca cuando se case.
A todo dijo Martin que si. Luego acompano al viejo, contestando a sus
preguntas, algunas muy extranas, y por la madrugada dejo de vivir Miguel
de Tellagorri, hombre de mala fama y de buen corazon.
CAPITULO VIII
COMO AUMENTO EL ODIO ENTRE MARTIN ZALACAIN Y CARLOS OHANDO
Cuando murio Tellagorri, Catalina de Ohando, ya una senorita, hablo a su
madre para que recogiera a la Ignacia, la hermana de Martin. Era esta,
segun se decia, un poco coqueta y estaba acostumbrada a los piropos de
la gente de casa de Arcale.
La suposicion de que la muchacha, siguiendo en la taberna, pudiese
echarse a perder, influyo en la senora de Ohando para llevarla a su casa
de doncella. Pensaba sermonearla hasta quitarla todos los malos resabios
y dirigirla por la senda de la mas estrecha virtud.
Con el motivo de ver a su hermana, Martin fue varias veces a casa de
Ohando y hablo con Catalina y dona Agueda. Catalina seguia hablandole de
tu y dona Agueda manifestaba por el afecto y simpatia, expresados en un
sin fin de advertencias y de consejos.
El verano se presento Carlos Ohando, que venia de vacaciones del colegio
de Onat
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