taba intransitable por la nieve y no pasaba el coche.
Zalacain fue a Francia y volvio a pie, por la parte de Navarra, con un
vecino de Larrau. Pasaron los dos por el bosque de Iraty y les
acometieron unos cuantos jabalies.
Ninguno de los hombres llevaba armas, pero a garrotazos mataron tres de
aquellos furiosos animales, Zalacain dos y el de Larrau otro.
Cuando Martin volvio triunfante, muerto de fatiga y con sus dos
jabalies, el pueblo entero le considero como un heroe.
Tellagorri tambien fue muy felicitado por tener un sobrino de tanto
valor y audacia. El viejo, muy contento, aunque haciendose el
indiferente, decia:
Este sobrino mio va a dar mucho que hablar. De casta le viene al galgo.
Porque yo no se si vosotros habreis oido hablar de Lopez de Zalacain.
?No? Pues preguntadle a ese viejo Soraberri, ya vereis lo que os
cuenta...
--?Y que tiene que ver ese Lopez con tu sobrino?--le replicaban.
--Pues que es antepasado de Martin. No comprendeis nada.
Tellagorri pago caro el triunfo obtenido por su sobrino en la caza de
los jabalies, porque de tanto beber se puso enfermo.
La Ignacia y Martin, por consejo del medico, obligaron al viejo a que
suprimiese toda bebida, fuese vino o licor; pero Tellagorri, con tal
procedimiento de abstinencia, languidecia y se iba poniendo triste.
--Sin vino y sin _patharra_ soy un hombre muerto--decia Tellagorri--; y,
viendo que el medico no se convencia de esta verdad, hizo que llamaran a
otro mas joven.
Este le dio la razon al borracho, y no solo le recomendo que bebiera
todos los dias un poco de aguardiente, sino que le receto una medicina
hecha con ron. La Ignacia tuvo que guardar la botella del medicamento,
para que el enfermo no se la bebiera de un trago. A medida que entraba
el alcohol en el cuerpo de Tellagorri, el viejo se erguia y se animaba.
A la semana de tratamiento se encontraba tan bien, que comenzo a
levantarse y a ir a la posada de Arcale, pero se creyo en el caso de
hacer locuras, a pesar de sus anos, y anduvo de noche entre la nieve y
cogio una pleuresia.
--De esta no sale usted--le dijo el medico incomodado, al ver que habia
faltado a sus prescripciones.
Tellagorri lo comprendio asi y se puso serio, hizo una confesion
rapida, arreglo sus cosas y, llamando a Martin, le dijo en vascuence:
--Martin, hijo mio, yo me voy. No llores. Por mi lo mismo me da. Eres
fuerte y valiente y eres buen chico. No abandones a tu hermana, ten
cuidado con ella. Po
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