l animal en los dedos de las patas, y el oso
babeaba y gemia con unos gemidos ahogados.
--iBasta! iBasta!--grito un indiano que habia estado en California.
--Porque tiene el oso atado hace eso--dijo Martin--, sino no lo haria.
El domador se fijo en el muchacho y le lanzo una mirada de odio.
Lo que siguio fue mas agradable, la mujer del domador, vestida con un
traje de lentejuelas, entro en la jaula del leon, jugo con el, le hizo
saltar y ponerse de pie, y despues Linda dio dos o tres volatines y vino
con un monillo vestido de rojo a quien obligo a hacer ejercicios
acrobaticos.
El espectaculo concluia. La gente se disponia a salir. Martin vio que el
domador le miraba. Sin duda se habia fijado en el. Martin se adelanto a
salir, y el domador le dijo:
--Espera, tu no has pagado. Ahora nos veremos. Te voy a echar los perros
como al oso.
Martin retrocedio espantado; el domador le contemplaba con una sonrisa
feroz. Martin recordo el sitio por donde entro y empujando violentamente
la lona la abrio y salio fuera de la barraca. El domador quedo
chasqueado. Dio despues Martin la vuelta al prado de Santa Ana, hasta
detenerse prudentemente a quince o veinte metros de la entrada del
circo.
Al ver a Linda le dijo:
--?Quieres venir?
--No puedo.
--Pues ahora te traere las cerezas.
En el momento que hablaban aparecio corriendo el domador, penso sin duda
en abalanzarse sobre Martin, pero comprendiendo que no le alcanzaria se
vengo en la nina y le dio una bofetada brutal. La chiquilla cayo al
suelo. Unas mujeres se interpusieron e impidieron al domador siguiera
pegando a la pobre Linda.
--To lo has metido dentro, ?verdad?--grito el domador en frances.
--No; ha sido el que ha entrado.
--Mentira. Has sido tu. Confiesa o te deslomo.
--Si, he sido yo.
--?Y por que?
--Porque me ha dicho que me traeria cerezas.
--Ah, bueno--y el domador se tranquilizo--, que las traiga, pero si te
las comes te hartare de palos. Ya lo sabes.
Martin, al poco rato, volvio con la boina llena de cerezas. La Linda
las puso en su delantal y estaba con ellas cuando se presento el domador
de nuevo. Martin se aparto dando un salto hacia atras.
--No, no te escapes--dijo el domador con una sonrisa que queria ser
amable.
Martin se quedo. Luego, el hombre le pregunto quien era, y el al saber
su parentesco con Tellagorri, le dijo:
--Ven cuando quieras, te dejare pasar.
Durante los demas dias de la semana, la barraca del
|