que el hombre se caia al agua
con su traje de etiqueta y su flor en el ojal; pero no, se mantuvo firme
y salto al bote con agilidad.
Luego, me saludo con el sombrero en la mano, con gran reverencia.
_--Good night_--me dijo.
--Buenas noches--le conteste yo.
Me quede solo. Estaba cansado, triste, con la cabeza pesada. Ya no me
quedaba ni un rastro de colera. No sabia que hacer, y me decidi a ir a
San Fernando a pie.
V
NUEVAS FATIGAS DE AMOR
Como todos los hombres sentimentales que esperan demasiado de las
mujeres, he tenido momentos de aborrecer al bello sexo. Don Ciriaco
muchas veces me decia, con una exasperacion alegre que le era
caracteristica:
--Shanti, ten esto en cuenta. De cien mujeres, noventa y nueve son
animales de instintos vanidosos y crueles, y la una que queda, que es
buena, casi una santa, sirve de pasto para satisfacer la bestialidad y
la crueldad de algun hombrecito petulante y farsantuelo. Asi nos vamos
vengando unos en otros, de la manera mas inhumana y estupida.
Realmente, la naturaleza es prodiga con el hombre egoista y con la mujer
voluble e insensible. Quiza es lo natural en el hombre ser un poco
canalla, y en la mujer un poco cruel. Hasta es posible que la bondad y
la generosidad sean una anomalia.
Tengo que reconocer que Dolorcitas no era la excepcion de las cien de
que hablaba don Ciriaco. Estaba entre las noventa y nueve restantes: era
caprichosa, cruel, instintiva, voluble. Por un capricho hubiera
sacrificado a su padre, a su madre, al pueblo entero y, probablemente, a
media humanidad.
Dolorcitas parecia decidirse por mi; pero, al mismo tiempo, todo el
mundo decia que iba a casarse con el hijo del marques de Vernay, un
senor de Jerez, no muy rico, pero de familia aristocratica.
Le escribi a Dolorcitas y le hable varias veces por la reja. Ella negaba
que fuera a casarse y aseguraba que no torcerian su voluntad. Sin
embargo, los indicios de la boda eran ciertos.
En todos los puertos de mar, constituidos casi siempre por una poblacion
advenediza y aventurera, se forma un espiritu aristocratico endiablado.
En las ciudades arcaicas y tradicionales, los individuos que creen
formar parte de la aristocracia alegan los prestigios de la clase con
mas o menos razon; en las ciudades modernas ya no es la clase solamente
lo que se defiende, sino el matiz. Asi sucede que Bilbao o Buenos Aires,
Manila o Barcelona, tienen mas prejuicios de casta que Toledo, Burgos o
Leon.
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