spues colocaron ante el Hombre-Montana una mesita y un sillon, que
sobre la mesa enorme parecian juguetes infantiles. Tambien depositaron
en la mesita muchos libros.
Llegaba el profesor vestido de ceremonia, con su mejor toga y su birrete
de gran borla, lo mismo que si fuese a leer una tesis ante la
Universidad en pleno.
--Gentleman--dijo--, hoy no vengo como amigo ni como administrador de su
vida material. El gobierno me envia para que ilustre su entendimiento, y
he creido del caso vestir mis mejores ropas universitarias y traer lo
necesario para una buena explicacion.
Ocupo solemnemente su pequena poltrona, ordeno sobre la mesita los
montones de libros y quedo mirando el rostro gigantesco de su amigo, que
solo estaba a un metro de distancia de ella.
No necesitaba Flimnap de bocina, como en otras ocasiones. Podia
expresarse sin esforzar su voz, que era naturalmente armoniosa y
contrastaba con su exterior algo grotesco.
--Le confieso, gentleman, que me turba ver su rostro de tan cerca. Me
infunde espanto. Ademas, su fealdad aumenta por horas; las canas de
hierro que surgen de su piel son cada vez mas grandes y rigidas. Habra
que ver como los barberos de la capital pueden suprimir esta vegetacion
horrible. Permitame que le mire un poco a traves de mi lente, para verle
con unas proporciones mas racionales y justas, como si fuese un ser de
mi especie.
El dulce profesor contemplo al gigante largo rato a traves de una
lenteja de cristal sacada de su toga, mientras tenia los anteojos
subidos sobre la frente. Su rostro se contrajo con una sonrisa de
doncella feliz, como si estuviese contemplando algo celestial. Al fin se
arranco a este deleite de los ojos para cumplir sus deberes de maestro.
--Va usted a saber--dijo--lo que tanto desea desde que nos conocimos.
Vengo para explicarle la historia de este pais y lo que fue la Verdadera
Revolucion. Los misterios y secretos que le preocupan van a
desvanecerse. Escuche sin interrumpirme, como hacen las jovenes que
asisten a mi catedra. Al final me expondra sus dudas, si es que las
tiene, y yo le contestare.
Despues de este preambulo, el profesor empezo su leccion.
--Usted sabe, gentleman, quien fue el primer Hombre-Montana que visito
este pais. Hasta creo que el tal gigante dejo escrito un relato de su
viaje, y usted debe haberlo leido, indudablemente.
Como ya le dije, otros gigantes vinieron detras de el en diversas
epocas; pero esto solo tiene una relacion ind
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