argado de todo lo referente a su ensenanza y
su alimentacion.
El profesor hizo una reverencia para manifestar su gratitud, y creyo
necesario anadir:
--Lo que yo siento es que este nuevo empleo me impedira por algunos
meses trabajar en la obra de justicia historica femenina que emprendimos
bajo la gloriosa direccion de nuestro Padre de los Maestros. Tengo a
punto de terminar el volumen cincuenta y cuatro.
Pero el Padre de los Maestros sonrio modestamente al oir mencionar la
empresa mas gloriosa de su existencia, y dijo a Flimnap:
--Tiempo le quedara, profesor, para dedicarse a ese trabajo patriotico.
Por el momento, creo conveniente que explique a su Gentleman-Montana lo
que fue la Verdadera Revolucion y todo lo que ha venido despues de ella.
Esta leccion de Historia resultara util.
V
La leccion de Historia del profesor Flimnap
Gillespie, que habia puesto en duda la civilizacion avanzada de estos
pigmeos, tuvo que reconocer que sabian hacer las cosas aprisa y bien.
Al aparecer el segundo sol despues de su entrada en aquella Galeria
recuerdo de una feria universal, todo lo mas primario de su instalacion
estaba ya hecho. Una tropa de carpinteros manejo incesantemente sus
martillos, subiendo y bajando por escalas y cuerdas con agilidad
simiesca.
Asi tuvo el segundo dia un taburete en que sentarse, apropiado a su
estatura, y una mesa, cuyos tablones, aunque no mas anchos que las
piezas de un entarimado fino, estaban ensamblados con tal exactitud que
apenas si se distinguian las rayas divisorias.
Cada pata de la mesa sostenia en torno de ella un camino en espiral, por
el que podian subir y bajar los servidores. Uno de estos caminos hasta
tenia la anchura y el suave declive necesarios para que ascendiesen por
sus revueltas los portadores de literas.
En el fondo de la Galeria se habian improvisado varias cocinas para la
alimentacion del gigante, sus guardianes y su servidumbre. Eran cocinas
portatiles pertenecientes al ejercito. Los alimentos del Hombre-Montana
exigian un trabajo extraordinario. Dos bueyes formaban un simple plato
para su apetito colosal. Atravesados por fuertes asadores, estos
animales daban vueltas sobre enormes hogueras hasta quedar dorados y a
punto de ser comidos. Los cuadrupedos mas pequenos, asi como las aves,
entraban a docenas en la confeccion de cualquiera de los platos.
Uno de aquellos vehiculos automoviles, veloces y sin ruido, que tenian
forma de animales, servia
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