mismo pensamiento y al verse rodeados de
repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atras,
bajaron al suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia
el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvio a brillar de
nuevo al punto en que hicieron ademan de suspender la pelea.
[Footnote 1: la luz se apago. Espronceda describes effectively a
similar miraculous extinguishing and relighting of a lamp before a
shrine, in Part IV of his _Estudiante de Salamanca_:
La moribunda lampara que ardia
Tremula lanza su postrer fulgor,
Y en honda obscuridad, noche sombria
La misteriosa calle encapoto.
Al pronunciar tan insolente ultraje
La lampara del Cristo se encendio:
Y una mujer velada en blanco traje,
Ante la imagen de rodillas vio.
Y al rostro la acerca, que el candido lino
Encubre, con animo asaz descortes;
Mas la luz apaga viento repentino,
Y la blanca dama se puso de pie.
]
--Sera alguna rafaga de aire que ha abatido la llama al pasar, exclamo
Carrillo volviendo a ponerse en guardia, y previniendo con una voz a
Lope, que parecia preocupado.
Lope dio un paso adelante para recuperar el terreno perdido, tendio el
brazo y los aceros se tocaron otra vez; mas al tocarse, la luz se
torno a apagar por si misma, permaneciendo asi mientras no se
separaron los estoques.
--En verdad que esto es extrano, murmuro Lope mirando al farolillo,
que espontaneamente habia vuelto a encenderse, y se mecia con lentitud
en el aire, derramando una claridad tremula y extrana sobre el
amarillo craneo de la calavera colocada a los pies de Cristo.
--iBah! dijo Alonso, sera que la beata encargada de cuidar del farol
del retablo sisa a los devotos y escasea el aceite, por lo cual la
luz, proxima a morir, luce y se obscurece a intervalos en senal de
agonia; y dichas estas palabras, el impetuoso joven torno a colocarse
en actitud de defensa. Su contrario le imito; pero esta vez, no tan
solo volvio a rodearlos una sombra espesisima e impenetrable, sino que
al mismo tiempo hirio sus oidos el eco profundo de una voz misteriosa,
semejante a esos largos gemidos del vendaval que parece que se queja y
articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y
tenebrosas calles de Toledo.
Que dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero
al oirla ambos jovenes se sintieron poseidos de tan profundo terror,
que las espadas se escap
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