hacia el
sonriendo, y observandole muy atenta, pregunto:
--?Le mandaste al padrino alguna medicina?
Bajaba el mozo embargado de emociones. La dulce voz de la nina le hizo
estremecer. Contemplola con un respeto y una sumision que no le habia
inspirado jamas, y apremiado por su mirada interrogadora, replico:
--Esta muy bien el padrino, querida.
Ella le tendio la frente esperando un beso, y el pobre muchacho se
inclino y le beso la mano con noble acatamiento.
Quedose algo asombrada Carmencita de la actitud turbada del que llamaba
su hermano; apoyandose en la reja oia como se alejaba el caballo de
Salvador y pensaba:
--iEs que esta malo, de verdad, el padrino!
III
Habian colocado una lampara sobre la mesa, y don Juan y don Pedro se
pusieron a mirar al de Luzmela. Parecia mas hundido en el sillon que
otras veces y como si los ojos se le hubiesen agrandado.
Sirvieron en seguida el chocolate humeante y espumoso, y mientras don
Manuel lo tomaba a sorbos, con esfuerzo, el cura y el maestro lo
saboreaban con deleite, mojando en los delicados pocillos hasta el
ultimo bizcocho y la ultima rebanada de pan rustrido.
Se habia iniciado una trivial conversacion, rota a cada bocado de pan o
de bizcocho, hasta que retiradas las bandejas de encima del tapete, el
criado presento otra grande, de plata, con la correspondencia.
Miro don Manuel los sobres de sus dos o tres cartas, y las aparto
indiferente; el maestro abrio un periodico y comenzo la habitual
lectura.
Habia el caballero cerrado los ojos; tenia las manos cruzadas sobre las
rodillas.
Don Juan, a veces, hacia un punto en su tarea y por encima del papel
miraba con inquietud al enfermo.
Tambien don Pedro le observaba con atencion, y miraba despues a don
Juan.
Y cuando ya los dos se estaban alarmando, por aquella quietud momificada
de su huesped, este dio un respingo en la silla y dijo, con la voz
entera y sonora.
--Perdone un momento, don Juan; me van ustedes a permitir unas
preguntas, y aunque les parezcan extranas han de responderme sin hacer
comentarios, ?no?
Don Manuel habia estado en America dos anos, y esta interrogacion
expresiva ?no?, importada de aquel mundo joven, la usaba todavia en
ciertos momentos.
Se miraron con sorpresa sus dos contertulios, y ambos dijeron que "si"
varias veces, en contestacion a aquel "no" interrogante.
--Vamos a ver--indago el solariego, que parecia un resucitado--: a
ustedes ?que les parece de mi
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