oblectationem. Si vero aliquid occurret, quod verisimile videatur,
humanissima completur animus voluptate._ Cicer. _Quaest. Acad. l. 2. c.
118._]
[30] Los hombres, que solo hacen uso de sus sentidos, miran este orden
de la hermosura, y siguen los desordenados afectos que ocasiona. _iQue
voz tiene Lucinda tan suave! ique ayre tan magestuoso! iEs una maravilla
como canta, como anda, como habla! Todo es un encanto._ Y es verdad que
es un encanto para los que se paran solamente en las apariencias
sensibles. Ni hay que dudar, que el tono de la voz, el ayre del
semblante, la risa natural, el trato amable, y a veces las lagrimillas
de las mugeres, son un dulce veneno que ocasiona mil estragos en los
poco advertidos, que no conocen que aquellas cosas en si mismas son de
muy poco valor, y solo son estimables quando van acompanadas de la
virtud y de la razon. Para conocer mejor la vanidad de estas
apariencias, se puede considerar la hermosura, y belleza de las cosas
como un orden fisico, o como orden moral. En el primer modo admira la
hermosura a los sabios, porque consideran en ella un orden de partes
maravillosamente fabricado por el Criador, y porque se descubre aquel
numero, peso, y medida con que ha hecho todas las cosas materiales y
sensibles. La consideracion de lo hermoso, y de lo bello en este sentido
es inocente, y tal vez loable, porque excita el conocimiento de la
divina Omnipotencia. Con orden moral se consideran estas cosas como
pertenecientes a las costumbres, o como objetos de las acciones morales
de los hombres. En este modo no puede el hombre, ni debe amar, ni
abrazar semejantes objetos, sino conformandose con la Ley divina, y con
sus sacrosantos Mandamientos y preceptos; y esto es lo que dicta la
razon, porque con ella alcanzamos, que de todas las cosas sensibles no
podemos debidamente hacer otro uso, que atendiendo al fin que el Criador
se ha propuesto, y con respecto acia la eterna felicidad de los hombres.
[31] En el amor a lo bello sensible erramos tambien de otra manera.
Quando se nos presenta un objeto hermoso a la vista, no solo tenemos la
percepcion que viene de los sentidos, sino que juntamos a esta
percepcion la nocion del bien, y la voluntad es llevada a amarle. Pero,
como ya hemos dicho, todas las apariencias, y objetos de los sentidos no
ofrecen sino falsos bienes, o aparentes, y acia ellos nos arrastran la
concupiscencia, y el desorden de los apetitos. El hombre que usa de la
razon no hace cas
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